Historias de un Huracan sin rumbo
Friday, December 30, 2005
  Chicos de Pennsylvania y Chinos
Las obligaciones de trabajo me llevaron a un pueblito al interior de Peensylvania el fin de semana. Aproveché de echar mis esquís arriba del auto, total por esos lados hay algunas pistas, chicas pero pistas al fin. Alojé en un hotelito de un pueblo chico en las afueras de una de esas ciudades que cayeron en profunda depresión cuando la fabricación de acero se fue casi toda fuera de USA, a Brasil y Korea. Ya están de vuelta esas ciudades, la gente ahí trabaja en servicios, la mano de obra no calificada en call-centers donde dan servicio al cliente. Otros emigraron a lugares con crecimiento, y a otros que se educaron mejor los retuvo la creación de nuevas empresas, nuevas biotecnológicas y otras de ingeniería. La ciudad se veía bien, activa, diámica. Ya pasaron los tiempos de los enormes edificios industriales de ladrillo vacíos. Se han convertido en lofts y oficinas.

El hotelito de pueblo donde me quedé contaba con todos las comodidades de los hoteles modernos urbanos, y muy contrario a lo que me esperaba, tenía un restaurante de lo más actualizado, con una ambientación moderna, muy neoyorquina. Con la ventaja de los precios de Pennsylvania, más o menos a la mitad de los de la gran manzana. Partí relativamente temprano hacia una pista que alguien me recomendó en las montñas de los alrededores. Un centrito de esquí minúsculo, pero de muy fácil acceso. Pocos medios de elevación funcionando y muchas pistas aún cerradas. Buenas instalaciones al pie de pista, con restaurantes, baños impecables, lockers y que se yo que mas.

La mañana transcurrió bien, anduve casi siempre sólo de subida en la telesilla, pero no me molestó. Mi intención era esquiar, inaugurar la temporada en el hemisferio norte. Hasta que en la cola, a punto de tomar la silla se me acercó un joven de veintipocos y me preguntó si subía sólo. Para acompañarme. Encantado, le dije, y nos encaramamos en la silla doble. En la conversa salió que era un estudiante de Penn State, que vivía en State Collage, un pueblo universitario en las montañas mas al oeste del estado, pero que su casa estaba en Filadelfia. El y un grupo de amigos se habían venido desde Filadelfia a esquiar, después de manejar sus buenas tres horas. Hablamos de esquí y le conté que era de Chile. Le conté lo que era esquiar en los Andes, y cómo esa colinita dónde estábamos esquiando no sería considerado una montaña en ninguna parte de mi país. Pero que a pesar de eso estaba feliz de haber podido esquiar y de que el día hubiera estado tan lindo.

Seguí esquiando sólo y al rato me encontré sentado en la telesilla con un muchacho rubio, delgado, atractivo pero con un poco de cara de nerd. Empezamos a conversar y cuando le estaba contando la misma historía que a mi anterior compañero de subida, me quedó mirando y me dijo “Usted subió con mi compañero hace un rato y el me contó todo eso. Así que usted es esa persona.” Y me miró con cara de admiración. Le pregunté a que se dedicaba, y si acaso también estudiaba en Penn State. “No”, me dijo. “Yo trabajo en Filadelfia, aunque estudié también en Penn State”. Me contó que había estudiado bioquímica y que trabajaba en investigación para una empresa de biotecnología que estaba instalada en los suburbios de Filadelfia. Me contó que cuando le pegaban el palo al gato esas empresas descubriendo alguna droga o tratamiento que pudiera ser comercializado resolviendo algun problema serio de salud, los valores de las empresas crecían muchisimo. Como son empresas financiadas por venture capital, es con ese descubrimiento que logran darle la rentabilidad a los inversionistas que ponen las lucas para que la empresa funcione inicialmente.
Me contó que en su empresa compraron un equipo para el laboratorio, y que costó casi US$ 2 millones. Pero que nadie lo usaba porque no sabían bien para que era. Pero que igual el negocio creaba tanto valor cuando funcionaba, que nadie se fijaba mucho en esos despilfarros. Se le veía feliz, satisfecho de estar trabajando en tecnología de punta, y lleno de expectativas para el futuro. Seguro de sí mismo, tanto como para flirtear con un cuarentón que pensó que era guapo.

Es la otra cara de la globalización, la de los gringos que aprovechan la otra infraestructura de USA, la de las universidades y el conocimiento avanzado, el hecho que hay masa crítica reinvestigadores y un mercado de capitales que es capaz de financiar estas compañias que recién comienzan y que tienen altos riesgos. Donde hay capacidad y patrimonio para tomar esos riesgos y crear riqueza de magnitudes impresionantes. Eso no se lo pueden llevar a China de un día para otro. Los chinos todavía están en la etapa de copiar las cosas de avanzada qe hacen los norteamericanos, y algunas veces hasta copian bien. Los indios de la India se llevan parte de los servicios de tecnología de la información a Bangalore, donde sobran los ingenieros a precio de gallina flaca. Pero la innovación hoy día no viene de Bangalore ni de Shanghai, viene de Boston, Filadelfia, San Franciso, Seattle, etc.

Me quedé pensando en mi post anterior, en el que me preguntaba si los gringos se iban a quedar con un cascarón vacío una vez que toda la anufactura y los servicios no calificados se fueran al Asia. Pero también recordé que a pesar de que casi todos los artículos que compré eran hechos en China, muy pocos de ellos eran siquiera diseñados en China, y no había marcas Chinas o asiáticas con excepción de alguna marca japonesa. Las marcas que generan ventas son de los gringos, los diseños y su conocimiento del mercado americano son de los gringos también. Los canales de distribución, de los gringos. Así que los chinos ponen la mano de obra, la parte de menos valor agregado, porque aunque algunos parezcan productos de alta tecnología, en la mayoría de las cosas que hacen los chinos el valor agregado está en el diseño, la marca y la distribución.

Algún día los chinos desarrollarán esa parte, al menos en lo que se refiere a su propio mercado interno. Puede que algún día lleguen a vender marcas chinas a los gringos y europeos, pero se van a tener que poner harto mas creativos que “Imperio celestial” u otras celestialidades y sabidurías de la imaginería china si le quieren vender al occidental promedio. Y también si le quieren vender a los chinos, porque lo que estamos viendo es una fascinación de los chinos con las marcas occidentales. Lo que, si no fuera porque en china lapropiedad intelectual y protección de marcas no funciona mucho, le daría de nuevo la ventaja a los gringos y europeos dueños de marcas.

Por ahora parece que los países ricos seguirán siendo ricos, porque ya está cada día más claro que la riqueza no se crea con las manos sino que con la mente. Y los países ricos prefieren ocupar las manos de los chinos sin educación para los trabajos de poco valor agregado, y a sus propios ciudadanos los educan para crear riqueza con la mente.

¿Y nosotros los latinoamericanos? ¡¿Dónde quedamos en este nuevo orden?!
Nos educamos o… ¿qué?
 
Saturday, December 24, 2005
  Navidad y Globalización
Hace tiempo que he estado pasando frente a una mueblería que hay cerca de mi edificio. Una que dice “Scandinavian Furniture”. Se ven algunos muebles bonitos desde la calle, y como necesito algunos muebles, me decidí a entrar a mirar. Iba entrando cuando un señor mayor con cara de dueño, no de dependiente, se acercó a mi y me preguntó que quería ver. Y me recalcó que eran muebles daneses. Que si acaso quería tener muebles daneses. Cometí el tremendo error de decirle que me da lo mismo de donde vengan, siempre que me guste el diseño, la calidad y el precio. Decirle eso al pobre viejito fue como lanzar parafina a una hoguera. Me miró con cara de molestia y me culpó por que acababa de dejar a cientos de personas de trabajo en algún estado del sur americano. Porque, según me dijo, yo debería saber que Ethan Allen, una marca de muebles tradicionales que es bastante conocida, está trasladando toda su manufactura a China, para bajar los costos de producción.
Y ahí me metí en problemas más profundos, porque cuando me preguntó si yo pensaba acaso eso era correcto, le respondí que si, que los chinos también tienen que trabajar en algo, y si lo hacen por menos plata es porque los trabajadores necesitan el trabajo. Y que los chinos también merecen trabajar, que por lo demás nos benefician a los consumidores con muebles más baratos. Me vendrían bien muebles buenos, bonitos y baratos… Ahí la cosa se puso color de hormiga con este señor, que siguió insistiendo en que era el colmo que se llevaran el trabajo de americanos a la China. Curioso, viniendo de parte de un señor que se gana la vida vendiendo muebles fabricados por europeos, daneses. Supongo que esa evidente contradicción viene del racismo profundo del personaje, a quién le parece mal comprarle a los chinos, por no ser norteamericanos, pero bien comprarle a los daneses, que al fin y al cabo son blancos, europeos y muchos son rubios y de ojitos azules. Quitarle trabajo a un norteamericano para drselo a un danés es aceptable No lo dijo así. Pero continuó el alegato diciéndome que estaba bueno de outsourcing, que ahora cada vez que lo llamaban de servicio al cliente de la tarjeta de crédito no soportaba el acento del inglés indio con que hablan los operadores, y que les preguntaba si estaban en Bombay o en Calcuta… Y les cortaba diciéndoles que por favor lo llamara un norteamericano. Claro, un redneck de algún estado del sur, viejitas de Wyoming o una negra de Texas. ¿Pero un indio de Calcuta? ¡¿Con qué derecho?! Que se ahogue en su propia mierda antes de quitarle el trabajo a un norteamericano...

Yo solo quería ver los muebles, y le dije, bueno, ¿le parece que vea los muebles mejor?. Y me sorprendió, porque me dijo que yo no quería comprar muebles, y que para qué había entrado… Bueno, obviamente no ha visto que mi departamento está vacío, y que estoy desesperado por tener muebles. Pero ahí ya el tipo me reventó las pelotas y le dije que si, que quería ver muebles, y que no había entrado para oir sus pensamientos políticos, y que ahora seguía necesitando muebles, pero que jamás le iba a dejar un centavo en su tienda porque él es un racista y a los racistas yo no los financio. Me miró fuera de si y me siguió gritando cosas que ya no le quise oir, y salí de la tienda de nuevo al frío de Manhattan. En estado de shock, he aquí un “Upper East Sider”, un ilustrado habitante de las urbes del noreste de los Estados Unidos que no se ha dado cuenta de que se trata la gobalización. O a lo mejor si se ha dado cuenta, pero no acepta que vaya a existir un nuevo orden en el mundo que no garantiza los mismos privilegios que antes para algunas partes de la humanidad.

Es cierto, de todas las “cosas” que he comprado últimamente, piezas manufacturadas para cacina, baño, decorativas, etc., están fabricadas en China. Notable, casi todo. Alguna cosa rara por ahí se encuentra con “Made in USA” o “Made in Spain”. Generalmente sólo articulos Premium, el común de las cosas para el uso diario es fabricado en China. Y la ropa, los juguetes, las bicicletas, hasta poco a poco los electrónicos van para allá también.

¿Qué les va a quedar a los gringos? ¿No van a fabricar nada y van a volver a ser una sociedad de agricultores y mineros? ¿Será que tiene razón el viejito ese que no me dejó ver los muebles?

Claro, está la tesis de que los norteamericanos van a quedar desempleados y la creación de riqueza se va a ir a Asia, con lo que los salarios de los gringos van a caer hasta llegar al nivel de los de los chinos. Y los de los chinos van a haber aumentado desde dónde están hoy hasta el nivel de los de los americanos depreciados. Y de paso México va a ser borrado del mapa ya que no habrá más maquila a precio de mexicano hasta que los salarios en México bajen al nivel de los de los chinos.

Me quedé reflexionando sobre eso, y más aún en estas navidades cuando veo que los regalos de todo el mundo son hechos en…ya saben dónde. Ya viene otro post con mis reflexiones sobre el tema.

¡Feliz Navidad!
 
Thursday, December 22, 2005
  Ahogándome (Nov 2, 2004)
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Debe haber sido el año 1969 o por ahí, cuando partimos de camping a Ralco, en la parte alta del río Bio-Bio. Un camino de tierra infernal que se metía por los bosques impenetrables a orillas del río. Mas allá de Santa Bárbara, un pueblito a orillas del río, el camino se ponía realmente peludo, difícil, más todavía para la micro escolar que llevaba a estos scouts católicos a las alturas de la Cordillera de los Andes. Desembarcamos los bártulos en una plaza de tierra rodeada de casas de madera y con todo el aspecto de un campamento aserradero. Había aserrín por todos lados, y una sensación de pueblo frontera como en las películas de cow-boys. Mapuches y madereros, años de plena explotación de la araucaria y otras maderas nativas. Por ahí había una balsa que nos cruzó hasta la otra orilla, tripulada por esos viejos montañeses que maniobran cadenas y cables para trasladar vehículos flotando sobre una plataforma de madera. Nos dejaron en la orilla con muchas advertencias acerca del puma que bajaba del monte.

A pesar de lo chico, yo era bien mateo, y había llevado una camarita fotográfica básica, lo último en tecnología amateur de la época, bien equipada con rollo en blanco y negro. Saqué unas cuantas fotos de esteros que bajaban entre las piedras y musgos en medio del bosque hasta llegar al Bio-Bio. Que fascinación tenía por ver donde cada esterito llegaba al río grande y agregaba su chorrillo de agua para ir armando el caudal que cuando llega a la costa tiene dos kilómetros de ancho. Cada vez que cruzaba un estero el desafío cada era llegar a ese punto de confluencia entre el chico y el grande. Quería ver como se construye el mar, chorillo a chorrillo, en la montaña.

Un día por cruzar el río a nado para ver donde una cascada caía al río casi me ahogué en un remolino que se formó junto al enorme paredón de roca donde caía la cascada, sensación difícil, pero me nadé a todo dar sin pedir auxilio hasta que zafé. Todo eso debe estar bajo agua hoy, leí en el diario que ya llenaron la represa de Ralco. No he vuelto a subir a esos lugares desde ese entonces, me da angustia pensar en subir y ver que esa naturaleza que me sobrecogió esta subyugada y destrozada.

No es la única vez que he estado a punto de ahogarme. Veintitantos años después, sin la inocencia de esos tiempos de Ralco, conocí a un profesor de high-school en el condado de Westchester en las afueras de Nueva York. Un gringo de treintaitantos, de origen irlandés con cuerpo y mente de triatleta, pelo negro y unos ojos azules que me hacían temblar las rodillas. Nos conocimos en un chat prehistórico, AOL, si es que no era Compuserve, y luego de la ceremonia de intercambio de fotos, me invitó a conocerlo a su casa en medio de un verano caluroso que pasé solitario en Nueva York.

Keith, se llamaba, y vivía en una casa que compartía con un amigo al final de un camino de tierra rodeado de bosques de abetos a la orilla de un lago. Bueno, era más como una laguna, que conectaba con otra laguna en la que había una isla frente a un club de campo muy WASP y exclusivo. Una vez que me lamieron suficiente los dos golden retrievers de mi nuevo amigo y pase a ser aceptado en la casa, me invitó a pasear en canoa por el lago. Entiéndase que pasear en canoa para Keith era algo como correr la maratón a remo, ni remotamente parecido a un paseo bucólico a la sombra de los árboles. Hace muchos años estuve en una larga excursión en canoa por el norte de Maine, por lo que me pareció que remar era una buena idea para ir conociendo mejor a este maravilloso ejemplar masculino. Remamos un buen rato hasta que fuimos a parar a la islita donde nos paramos a descansar en la playa a la vista del club privado.

Y ahí fue que se le ocurrió a mi amigo cruzar a nado hasta el club. No se veía lejos y como soy buen nadador, o alguna vez lo fui, partí siguiendo a Keith, el triatleta. Que lindo se veía nadando delante de mí. Pero el club no se acercaba mucho por más que nadaba, y como que Keith se me iba alejando, lindo y todo. En eso me acordé que no estaba en lo mejor de mis condiciones físicas porque me venía bajando de un avión en el que había viajado toda la noche. Se me acabó la fuerza cuando faltaba todavía un buen trecho para llegar al club. De repente sentí la profundidad de la laguna de una manera espeluznante, el agua de pronto se veía oscura y profunda y mi cuerpo se sentía pesado e incapaz de avanzar en un agua cada vez mas densa. Trata de flotar, descansa para poder seguir.

Keith seguía adelante, nadando con lindo estilo alejándose de mi, sin darse cuenta que me estaba ahogando. De verdad, pensé, ¡me estoy ahogando!. Le grité pero nada... estaba solo en el medio de la laguna, imposible llegar a la orilla. ¿Y ahora qué?, pensé, ¿voy a terminar en el fondo de este charco en un lugar que ni conozco por seguir a un tipo que tampoco conozco? Flota, hombre, flota, mira el cielo azul arriba, mira a tu alrededor, hay gente, están lejos, pero alguien me podrá ayudar. ¿Tendré que armar un escándalo? Grita, hombre, grita que te estás ahogando, no es el momento de pensar en el amor propio y la humillación de no haber sido capaz de llegar a la otra orilla, ¿y el ridículo? ¿qué va a pensar mi nuevo amigo si me ve gritando en el medio del agua como el nerd que se cayo al río y no sabe nadar? Pelotudeces, no es el momento, o gritas o te ahogas...

Fueron elucubraciones infinitas durante diez segundos, cuando en eso ví un kayak a unos pocos metros, en el que iba una niña rubia de unos 18 años, remando tranquilamente. ¿Cómo no me viene a ayudar? ¡¿No ve que me estoy ahogando?! Nada... tendría que gritarle por fin. Ahí me dí cuenta que no podía gritar, que no me salía la voz, y el kayak se empezó a alejar. Junté toda la energía que me quedaba y partí a nado siguiéndola, hasta que alcancé el bote y me agarré, sin pedir permiso, de una de las puntas. La rubia me preguntaba indignada, "what DO you think you are you doing??!" Puta, que hasta en estas circunstancias asuma actitud de mina perseguida, para qué tiene que encajar en el perfecto estereotipo de la rubia de Westchester, pensé. Claro, yo no era del club, no me conocía. Me dio lata decirle que me estaba salvando la vida, que si no me agarraba de su bendito bote me moría ahogado, simplemente me quede ahí con cara de sácame si puedes. So, sue me!. Hasta que como que se dio cuenta de lo que pasaba y de la cara de asco pasó a una de resignación.

Al rato llegó mi amigo Keith en una lancha con el administrador del club, quién me rescató de esa incomoda posición y nos llevó al muelle, para darnos una retada con todo... y su qué. Sonó raro cuando nos dijo, haciéndose el enojado, “guys, people think they can just swim across the lake, but it takes a lot of training to get across to the island, even for two outstanding male specimens like you... you are so fucking irresponsible!” Keith y yo nos cerramos un ojo e intercambiamos una sonrisa… yeah, right! De verdad eramos dos estupendos especimenes masculinos, modestia aparte, pero no esperábamos que lo hiciera notar. Le pedimos que nos llevara de vuelta a la isla para tomar nuestra canoa y volver a la casa. Yo remando en la proa y Keith en la popa. Nos bajamos en su muelle, guardamos la canoa y ahí me dio un beso apasionado y mezclado con agua y tierra. Yo pensé, Thank God for Irish Nature Boys! Ahi me dijo lo loco que lo tenía ver mi espalda mientras veníamos remando. Subimos a la cabaña y me preparó una cena romántica, y de eso si sabía, pasta fría con tomates frescos y albahaca. Abrimos una botella de vino y comimos al anochecer en la terraza rodeados de bosque. Claro, con los perros y su housemate, que había aparecido en el intertanto. Al rato su housemate se fue a su rincón de la casa y nos dejó el primer piso para nosotros. Fue una linda forma de terminar el día, it sure beats the bottom of the lake!. Al otro día me puse corbata y partí a Manhattan a trabajar. Esa noche y varias más volví a dormir a la casa del lago... Me contó su vida de vagabundo deportista ilustrado. Que quería echar raíces, tener pareja. Un día me llamó su hermano gemelo a preguntarme quién era yo y si en serio quería a su hermano, que cuáles eran mis intenciones. Que duro, yo ni sabía donde estaba parado, para mi era un verano solitario en que estaba tratando de descubrir quién era yo y así, sin aviso, me encuentro con un tipo maravilloso como ese con intenciones serias. Pisé a fondo el freno, lo invité a mi casa, donde vivían mis hijos que andaban en Chile con su mamá, le dije que no sabía que iba a ser de mi vida... que tenía responsabilidades. Un día no fui mas a la casa del lago.

Otro día, mucho después, Keith conoció a John, que trabaja en publishing en Manhattan. Varios años después todavía eran pareja y vivían en la ciudad. El Golden Retriever más viejo se había muerto y de verdad que Keith quería echar raíces, no fue tan difícil dejar el lago para él. Duro tiene que haber sido para su housemate que estaba profundamente enamorado de él, igual que todo el resto del mundo que se le acercaba. Moraleja, mis amigos, si encuentran a alguien así, quédenselo, no importa donde estén en sus vidas. Si lo encontraste era para ti...

Londres es un mal lugar para ver los resultados de las elecciones de USA, hay ocho horas de diferencia con Los Angeles, recién a las 4 de la mañana empiezan a contar por ese lado. Lo que importa es que pasa en Ohio y en Florida, pero eso probablemente no se sepa hasta que hayan contado hasta el último voto de esos estados. Creo que mejor me levanto temprano para ver como va la cosa. Oía a un analista británico especular sobre quién quiere Blair que gane. De verdad, no quién es su aliado circunstancial... ¿Que creen ustedes?
 
  Promesas
Dije que iba a ir reponiendo los posts de mi antiguo blog. Aqui va el primero.
 
  Brokeback Mountain II
En alguno de los tantos comentarios que he leído acerca de Brokeback Mountain, alguien escribió que no había que conformarse con nada menos que todo aquello que el amor te puede dar. Es decir, no conformarse con lo que te permite el medio en que estás, como les pasó a los protagonistas de esa película. No se si tiene razón el comentarista, o simplemente es una de esas frases románticas que la gente dice cuando le es fácil hacerlo. Y que poder vivir todo aquello que el amor te puede dar no evita que en la mayoría de los casos el amor se convierta en rutina, seguida por distanciamiento hasta llegar a un estado en el que con suerte hay cariño. Jack y Ennis no hubiesen sido una historia épica si se hubieran conocido en Chelsea.

Las grandes historias de amor de la humanidad no son aquellas en que el amor dio todo lo que podía dar, todo anduvo bien y lo vivieron juntos para siempre. Por el contrario, son los amores que no pudieron alcanzar ese estado en que se pueden tener todo lo que el amor da los que quedan en la historia, los que se convierten en novela o en guión de película. Por eso las historias de amor gay serían fuente inagotable de material para películas.

Reviso mi vida y son tantas las instancias en que me conformé con un poquito, ni cerca de “todo lo que el amor puede dar”. Esa privación se da mucho más cuando eres gay que cuando eres hetero, y mucho más aún cuando vives en un medio hostil. Y te aferras a lo poco que le puedes sacar al amor, soñando lo que podría ser y no dejas que sea, hasta que te das cuenta que se te pasó la vida y nunca será. Dejas que la vida pase, agarrando las migajas que puedes, y esperando que el amor que encontraste dure, a pesar de las distancias e impedimentos. Eso no termina bien…Y a veces te desgarra al alma, te anula, te deja en un hueco negro lleno de angustia como si estuvieras en el centro de dos fuerzas de que se pelean por llevarte y terminan destrozándote.

Excelente material para una gran novela, o un cuento corto como el que dio origen a esa película. Pero un drama de mierda vivir esos guiones en la vida diaria… No es justo para nadie. Y no quiero justificar mi vida ni mis decisiones, de las que soy responsable cien por ciento, y las asumo con todas sus consecuencias.

Pero la sociedad debe cambiar y hacer de la vida de los gays una vida más vivible, más pedestre, aburrida y menos apropiada para guiones de dramas cinematográficos. Hacia allá van las cosas hoy, y las parejas gays van siendo más aceptadas, ojalá haya unión civil, y ya hay modelos de rol que pueden dan una identidad positiva a esos jóvenes que se descubren gay, en vez de apuntar al suicidio o a las profundidades del closet como en mis tiempos. Por eso admiro y agradezco a los activistas que le están dejado un mundo un poquito mejor a la generación que viene.
 
Wednesday, December 21, 2005
  Brokeback Mountain
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Hoy está en huelga el sindicato de trabajadores del transporte de la ciudad de Nueva York. Es decir, no hay buses ni funciona el metro en la ciudad. Hay un tráfico espantoso y los taxis se han vuelto colectivos que cuestan el doble de lo normal. Hace como veinticinco años que no había una de estas huelgas.

Fue por eso que casi cancelo la ida a ver Brokeback Mountain. Las entradas que compró mi amigo John para ir a verla eran para el multicine que hay en la 23 con la 8ª, harto lejos para mi. Pensé que no iba a llegar, pero como no me quería quedar con las ganas de verla, me subi a un taxi que terminó bastante lñleno antes de llegar a la 23 con Lexington. Y desde ahí caminando con 5 grados bajo cero hasta la 8ª.

La película me dejó triste, hecho pedazos. Es una historia de amor, arrebatadora, fuerte y muy real. No tiene adornos, es como es. Una historia que me resultó tan familiar que en el medio de la película me sentí transportado diez años atrás, cuando pasé por cosas parecidas, sensaciones de las mismas. De esas sensaciones que no se si se pueden explicar, y que creo que no fue intención del director que brotaran esas en el público. Es una historia que me toca muy de cerca. Contuve las lágrimas con dificultad.

Estoy seguro que vamos a ser muchos los que encontremos que esta historia de amor recoge algo de nuestras vidas. Algo que nunca habíamos visto retratado en el cine, y que verlo de esta forma causa a la vez una enorme alegría y un dolor desgarrador. Tristemente son las vidas que hemos vivido los que nos criamos en mundos represivos como los del oeste norteamericano de los 60 y 70. O como el Chile de los 70 y 80. No es tan cercano para el gay urbano del 2000, hay cosas que no los va a tocar de la misma manera.

Y las mujeres. Se que a mi mujer le va a tocar de una manera especial. Y le va a traer recuerdos dolorosos. Pero la fortaleza de las mujeres que se encuentran en esa situación es admirable, como puede ser profundo su dolor. La esposa de Ennis Delmar es un tronco de mujer.

En mi vida fui yo el que dijo no a irse al ranchito a las montañas, fui yo el que se quiso conformar con las salidas a pescar cada tanto. Pero también me queda el recuerdo de que alguna vez amé de la misma manera.

La verdad es que me dejó hecho bolsa la película. Anecdóticamente, me enterneció una pareja de analistas financieros de veintitantos que estaban sentados en los asientos justo adelante del mío. Atractivos los dos, productos de otra sociedad, vieviendo en el ghetto gay desde donde esta película les parece como las matanzas de la 2ª Guerra me parecían a mi. Historia antigua, de la época de mis papás. Estaban hablando de acciones y utilidades antes de que apagaran la luz, chequeando mail en su Blackberry. Pero cuando comenzó la película se abrazaron y se fueron acaramelando más y más a medida que la película entraba en cuestión. Verlos besarse cuando se me salían las lágrimas y prendían la luz al final me subió el ánimo como para poder pararme de la silla.

La música. Espectacular. Voy a comprarla mañana.

Y Heath Ledger está de comérselo.
 
Tuesday, December 13, 2005
  Noche de lunes
Manhattan un lunes por la noche. Me fui en taxi a buscar a la madre de mis hijos para salir a comer. Me subí al auto amarillo a la carrera, haciéndole el quite al frío bajo cero que hacía a esa hora. Más de las nueve, hora a la que en cualquier otra ciudad de Estados Unidos ya están cerrando las cocinas de los restaurantes, especialmente un día lunes. Pero esto es Manhattan. Y Miami no es una ciudad de Estados Unidos...
El taxista, un casi adolescente pakistaní, apenas me puso atención cuando le di el destino, y poco entendió que pararíamos a recoger a otra persona para seguir a un restaurante. Estaba al teléfono, hablando incesantemente en algún dialecto del sub-continente indio. Curioso, pero eso ya es parte del paisaje, cada vez que uno se sube a un taxi el chofer está conectado al celular sin manos, hablando de corrido en algún idioma tercermundista incomprensible. Y ya no le ponen atención al pasajero, no le hablan, no le comentan acerca del frío que hace o lo pesado que ha sido el día, o si el tráfico ha estado como la mierda por culpa de una visita de Bush. Con dificultad oyen el destino y a medias, o las instrucciones de dónde parar. Se pasan una cuadra, no paran cuando uno les dice. A menos que uno les grite “Stop now!” a todo pulmón. Ahí reaccionan frenando brusco y dejándote pegado al vidrio que te separa del asiento delantero.
Llegamos a un restaurante italiano, no muy grande, que alguna vez fue un hot spot del East Side, pero que ya está mas tranquilo. Decorado para una navidad Kitsch, y con unos mozos vestidos principalmente de negro, con facha de italianos de película porno y a los cuáles parece que les exigen que la barba esté crecida de un día. O al menos con ese five o’clock shadow que siempre me pica la curiosidad de sentir de cerca cuanto pica…¿La esencia de la masculinidad de un rostro? Puede ser, los mozos se veían bien, y según mi mujer eran todos gay. No lo sé, actores desempleados tal vez, gay-for-pay o por vocación. Pero claramente "available to play". Y el anfitrión, un italiano delgado y fibroso de veintitantos, peinado al estilo de los setenta, algo relamido, se jugó un flirteo que me dejó nervioso cuando vino a dejarme la bufanda que se me había caído al acercarme a la mesa. Hasta se enojó un poco mi mujer, por el descaro. Cierto, fue el flirteo mas caballeroso que me ha tocado, nada que decir, jugó cartas fuertes pero con delicadeza.
La comida buena, el ambiente, energético y colorido, y cuando ya estábamos en el postre entró un negro alto, de unos cincuenta y tantos, buen mozón y muy bien vestido con una chaqueta deportiva de lana. Se dio un par de vueltas, habló con el dueño y se paró cerca del bar.
No paso mucho rato cuando algunas conversaciones se interrumpieron, y se levantaron cabezas irritadas por cukpa de una voz que cantaba. El negro comenzó a cantar a capella una canción preciosa. Romántica, de esas antiguas, que te hablan de la chica de tus sueños y del chico que la lleva de vuelta a su pueblo para criar una familia. La felicidad romántica, circa primera mitad del siglo XX. En unos pocos segundos la voz del negro se tomó el restaurante y todos los comensales se quedaron callados, con la boca abierta admirando la voz increíble del cantor. Terminó la canción, y el mood del restaurante había cambiado. Todo quedó más suave, armónico. El negro recibió varios billetes de gente que se acercó a dárselos en la mano. No pasó el sombrero, muy digno el. Se puso el abrigo, se despidió y se fue a seguir la noche a lagún otro restaurante. Only in New York.
 
Monday, December 12, 2005
  Ave Fenix
Como todo en mi vida, este blog va desarrollando su propia personalidad caótica. Como el ave feix, el blog va a renacer de las cenizas. Creo que lo que pasó el otro día, esa confusión que me hizo borrar el blog que acumuló historias durante un año, tuvo un efecto importante en mi mente. Me di cuenta que si mi hija hubiese leído el blog, solo algunos detalles me preocupaban, no el hecho que descubriera que su padre es gay. Y por un rato pensé que lo habia leído y que se había enterado de eso, pero también de algunos detalles de los queno me siento orgulloso.
Ahora que di por hecho que había estado husmeando por aca, me doy cuenta que no sería tan complicado salir del closet con ella. Eso si es que todavía no se ha dado cuenta.
Bien por eso, lo puedo enfrentar, lo puedo manejar. No por eso voy a salir corriendo a contarle, pero cuando se de la situación de poder conversar con ella tranquilo, se lo voy a contar.
También decidí que voy a seguir con este blog, escribiré lo que alcance, lo que pueda. Y uno por medio voy a intercalar los posts del blog que borré, como monumento a mi ego, porque no se a quién le puede interesar volver a leer esas historias. Pero igual ahi van a estar.
 
Thursday, December 08, 2005
  Nuked
Ayer hubo una confusión que me llevó a pensar que este blog había sido encontrado por alguien a quién quiero mucho y que leerlo le hubiera hecho daño. Por eso lo saqué de la blogósfera. Resultó ser una confusión, pero me he puesto a pensar en lo que pasaría. Estoy meditando acerca de si revivirlo o no, y en que forma. Si no vuelve, espero que el año que estuvo en línea haya servido de algo a alguien, aparte de lo que me ha servido a mi.
Huracán
 

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