Historias de un Huracan sin rumbo
Thursday, April 27, 2006
  A rey muerto...
Tiempo hace que no posteo. He estado con harta pega, y tratando de hacer otras cosas con mi tiempo libre que pasarme pegado a la pantalla del computador.

Me convenció mi amigo John de llevarlo a un partido de rugby en el que tenía que jugar, y que llevara a su sobrina con el pololo, que están de visita desde Irlanda, y se están quedando por diez días en su casa. El partido era en un pueblo desconocido como una hora y media al norte de New York, por el valle del río Hudson. Quedamos de salir de mi casa a las 9 30 AM.

El día amaneció lloviendo a cántaros, esa lluvia cerrada que no para ni un minuto. Fui a mi entrenamiento al gimnasio a las 8 AM, y a las 9 30 estaba de vuelta en el estacionamiento sacando el auto, cuando aparecieron los irlandeses. La sobrina muy simpática, rubia, acelerada y definitivamente de otra generación que nosotros. Intensa como pocas, hablando fuerte y con el acento endemoniado de los irlandeses del norte. Venían de Belfast vía Dublín, y todavía estaban con un poco de jet-lag. Con un nombre tan irlandés como Ciara, pronunciado Kiara, y con un pololo de 26 años que estaba para miembro de boy-band, rubio, muy buen mozo con rasgos muy celticos. No de esos Black Irish que me gustan a mí, sino que irlandés pura sangre, de esos que tienen la piel transparente y que no me imagino que pueden hacer en la playa fuera de meterse bajo un quitasol con protector solar factor 50 en capas gruesas sobre todas las partes expuestas. Atlético además, jugador de rugby, se lucía a la orilla de la cancha maniobrando la pelota mientras miraba los partidos. Claro, los partidos, porque era un torneo.

Llegamos a un pitch de rugby improvisado en un potrero al borde de un aeródromo en el medio del campo cerca de Newburgh, NY. Seguía lloviendo a chuzo, no aflojaba ni un minuto, además hacía un frío que me hacía esperar granizo en cualquier momento. Nos esperaba una pareja de apoyadores del equipo que viven en ese pueblo, con un toldo instalado detrás de una camioneta , con banderita de arco iris y todo. Claro, el nuestro el equipo gay del torneo.

El primer partido empezó en plena lluvia, entre nuestro equipo y el equipo local, el Americas. Lo mejor del Americas era el capitán, todo un guapetón, y además un caballero. Parece que el único del equipo. Porque lo que pasó en el torneo fue patético. Los Knights, nuestro equipo, le dieron una paliza a los locales. Si, una paliza que resultaba evidente a medida que avanzaba el partido, y la desesperación cundía en el equipo de los chicos heteros. Los maricas les estaban sacando la cresta, y la verdad es que las caras de sorpresa eran impresionantes. Los ánimos se empezaron a caldear, pero por suerte terminó en partido, y no pasó a mayores.

Como el siguiente partido era entre los Americas y un equipo de Long Island, creo que se llamaba Suffolk, decidimos partir al pueblo más cercano a comer algo mientras jugaban. John había jugado bien, y el equipo estaba eufórico. Partimos con la parejita irlandesa y fuimos a conseguir una sopa caliente para tratar de entrar en calor después de estar parados en la lluvia helada. Volvimos a la pista cuando estaba terminando el partido entre Americas y Suffolk, ganando Americas. A pesar de estar ganando parece que todavía había algunos de Americas con la mierda hirviendo, porque se armó una pelea que si pasó casi a la categoría de batalla campal.

Finalmente terminó el partido, y a pesar de que ganaron, parece que a los Americas ganarle a un equipo hetero no compensó la humillación de la paliza que les dieron los maricas. Terminó el partido y se fueron. Con la excepción de su capitán, que se quedó a arbitrar el siguiente partido entre los Knights y Suffolk.

El partido entre los Knights y Suffolk fue la antitesis del primer partido. Los Suffolk tenìan sentido del humor y las bromas eran buenas, y les lanzaron chistes de doble sentido muy ingeniosos a los gays de nuestro equipo que nos hicieron reir a carcajadas. Buena onda. En el medio tiempo se acercó un jugador del Suffolk diciendo que a él las mujeres le decían que tenìa que buscarse amigos gays para que le enseñaran a vestirse porque era un desastre. A lo que el jugador más “fashion conscious” de los Knights le contestó que no le convenía ninguno de los payasos del equipo gay porque ninguno se sabía vestir (excepto él, por supuesto) Todos en muy buena onda y preparándose para la tomatera que habría después del torneo.

El último partido iba a ser entre el equipo B de los Knights y un combinado de los Americas y los Suffolk. Pero los Americas no estaban, por lo que hubo que improvisar un equipo entre los Suffolk y el equipo A de los Knights. Terminó, ni me fijé quién ganó, y nos fuimos al bar del aeródromo a la tomatera en la que se suponía que los anfitriones eran los Americas. Sólo apareció el capitán. Estuvo bueno, a pesar de que no pude tomar por tenr que manejar de vuelta. Los demás andaban en bus o eran pasajeros míos, así que le dieron duro a la cerveza. Había poca comida, por lo que rápidamente los ánimos se pusieron buenísimos y siguió la amistosa convivencia entre el equipo straight de Suffolk y los gays de los Knights. Algunos de los Knights andaban con sus pololos, que los habían estado aplaudiendo el costado de la cancha. Besitos, abrazados, y nada, todo cool.

Al comienzo la no presencia de los Americas y su patética falta de espíritu deportivo era una nube negra sobre el evento. Pero de a poco todos se olvidaron del tema y se relajaron. Creo que el que lo pasó peor fui yo, que todavía tenía las manos congeladas de estar parado mirando el partido, y no pude tomar nada. Hubo mucho cambio de luces con algunos de los jugadores, mas que nada algunos del equipo B, pero no estaba en ánimo de seducir a nadie. Pero después le pedí un reporte completo a John, y si, preguntaron mucho quién era yo. Tal vez vaya a otro partido un día de estos.

Volvimos a NYC por el George Washinton Bridge para bajar por el West Side Highway hasta el departamento de John. Ahí nos agarró un taco deesos fenomenales, y el avance fue lento. Oía cuchicheo en el asiento de atrás, y el problema es que el pololo estaba que se meaba. Hacía rato. Y no llegabamos nunca a la calle 14 para salir de la carretera hacia la casa de John. Las quejas eran dramáticas, parece que el jovencito tiene un problema de próstata o algo. Porque creo que fue el único que fue a mear mas vaces que yo mientras mirábamos el partido. En fin, recuerdo queme pasaba eso cundo era joven aún y tiraba mucho en poco tiempo...

Para los curiosos que me preguntaron que pasó con el buen mozón de GLAAD, no pasó nada. Nunca llamó. Por un rato me desilusionó un poco, pero cuando pensé en la cantidad de veces que me conseguí el teléfono de algún guapo por ahí y nunca lo llamé, me quedé más tranquilo y no lo tomé tan a pecho. Además como dicen, a rey muerto rey puesto...
 
Tuesday, April 11, 2006
  DUMBO
Era media mañana del domingo, con un día brillante, sol, menos frío que los anteriores fines de semana. Ahí tengo mi auto estacionado juntando telarañas, y yo me enfrentaba a un departamento en necesidad de orden. Nada mejor que inventar algo para no hacerlo, y partí a explorar que hay mas allá de los puentes y túneles que comunican a Manhattan con los otros Boros de la ciudad. Decidí partir a Brooklyn, a conocer el famoso Williamsburg. Supuestamente una extensión del Lower East Side hacia el otro lado del río, en Brooklyn. Y ver que más hay por la orilla del río, desde donde me parecía obvio que habría vistas increíbles de Manhattan.
Me perdí por supuesto, pero finalmente logré meterme a la BQE, la Brooklyn-Queens Expressway, que comunica eso, Brooklyn con Queens. Me pasé de largo y en vez de salir en Williamsburg, e metí al puente Williamsburg, que me dejó de vuelta en …Manhattan. Delancey Street, pleno Chinatown. Me tentó tomar la FDR, carretera que bordea el río y me hubiera dejado en mi departamento en 5 minutos. Pero estaba decidido a explorar Brooklyn. Di un par de vueltas por calles repletas de chinos, jóvenes chinos con pintas modernas, parejas de abuelitos chinos arrastrando los pies por las calles, niñitos chinos tomados de la mano, restaurantes chinos e infinidad de letreros de colores fuertes, todo en chino. Casi nada en inglés.
En pocos minutos me encontré de nuevo cruzando el puente para llegar a Williamsburg de nuevo. Y esta vez llegué. No tenía un mapa comentado de Williamsburg, y aparte del Peter Luger Steak House, y un par de cafecitos medio hip, no vi mucho para explicar por qué se habla tanto de este barrio. Si, se parece al East Village, antes que se pusiera de moda. Hay lindos edificios antiguos. Y a las pocas cuadras se convierte en el centro de una comunidad judía ortodoxa. Una calle comercial, esta vez con los letreros en hebreo, tampoco entendí nada, pudo haber sido chino y me hubiera dado igual. Todos los hombres con ropa negra y esos sombreros negros planos, rulitos y cortes de pelo extraños. Las mujeres, de negro, con faldas largas y ropa que hace que se vean poco atractivas y sin gracia. Creo que esa es la idea, como el equivalente a los musulmanes ortodoxos que esconden a sus mujeres detrás de esos trapos negros, estos ortodoxos las afean. Ahora lo que se veía por las calles era judíos ortodoxos de todos los tamaños, pero sorprendentemente uniformes en el “look”, de negro, barba y rulitos por las orejas. Me declaro ignorante, no se de donde viene esta tradición. Decidí bordear la costa hacia el sur. Ahí pase por el enorme Broolyn Navy Yard, un enorme taller naval que se estropea un buen pedazo de la orilla de río en la parte con buena vista a Manhattan. Me imagino las ganas que le tienen los desarrolladores inmobiliarios.
Seguí por Flushing Avenue hasta que me encontré con DUMBO. Si, DUMBO, no el elefantito ese de las historietas, sino que Down Under the Manhattan Bridge Overpass, un barrio cuyo nuevo nombre lo inventaron los desarrolladores inmobiliarios que estan convirtiéndolo en un barrio residencial precioso. Edificios antiguos enormes, convertidos en departamentos modernos, con unas vistas impresionantes hacia Manhattan y a los puentes, parque a la orilla del río y una comunidad creciente de artistas para darle sabor al barrio. Antes se llamaba Fulton’s Landing, y consiste en unas cuantas manzanas en un territorio aislado por los accesos a los puentes de Brooklyn y Manhattan. Y lo están recuperando a todo trapo, convirtiendo los edificios de oficinas antiguos en lo que llaman “affordable housing” para gente de Manhattan. Curioso, fui a mirar los precios, e el departamento más barato que encontré andaba por el millón de dólares. Claro, es barato comparado con Manhattan, mas o menos US$ 500 el pie cuadrado, contra US$ 1.000 que cuesta en Manhattan. Lo que pasa es que estos departamentos “affordable” son más grandes que lo que uno acostumbra a ver en la isla al otro lado del río.

Me sedujo DUMBO, y aproveché de almorzar en un negocio de comida rápida italiana en una esquina muy central del barrio. Muy hip todo, gente linda, comida rica. Sensación de barrio, mucho a favor. Pero ¿quién quiere vivir en Brooklyn si puede vivir en Manhattan?
 

My Photo
Name:
Location: New York, United States
ARCHIVES
December 2005 / January 2006 / February 2006 / March 2006 / April 2006 / May 2006 / June 2006 / July 2006 / August 2006 / September 2006 / October 2006 / November 2006 / December 2006 / January 2007 / February 2007 / March 2007 / May 2007 / June 2007 / July 2007 / August 2007 / September 2007 / January 2008 / February 2008 / March 2008 / April 2008 / May 2008 / September 2008 / October 2008 / November 2008 / January 2009 / September 2009 / April 2016 /


Powered by Blogger