Historias de un Huracan sin rumbo
Monday, July 24, 2006
  Saliendo del otro closet
Hace un par de sábados terminé la noche en Therapy. En el bar Therapy, que es mi favorito en Midtown. Andaba con John y habíamos ido a comer a Arriba Arriba, rutina conocida ya cuando andamos por Hell’s Kitchen. En el bar había un muchachito que le hizo cambio de luces a John, tendría 25 años y una cara perfecta, cuerpo de atleta y una polera que tenía impreso “Holloway” sobre sus pectorales. Quedé viéndolo directamente mientras comía, y no pude despegar los ojos del pendejito. Volví a pensar que podía tener yo en común con un casi adolescente de esa edad, que mejor ni me acercaba, porque no tendría tema de que hablarle. Ni nos miró cuando salimos, el cambio de luces a John era uno de tantos que haría coquetamente esa noche en el restaurante. Hasta Arriba Arriba se está llenando de esos gays jovencitos que están invadiendo Hell´s Kitchen, desplazando a la concurrencia mayor y más variada que había por esos lados hace apenas una año. Cada día más lleno, cada día más gay, y cada día más jóvenes. ¿O será que nos estamos poniendo viejos?

Cuando llegamos a Therapy la sensción es la misma, como que se venían bajando del triciclo para entrar al bar. Después de un par de tragos me quedé embobado iado a un muchachito alto, delgado de pelo negro, tez blanca y ojos azules, con la barba un poquito crecida, que estaba apoyado contra la pared frente a la barra del primer piso. Algo serio, algo solitario, de unos 25 a 30 años. Precioso. Me bajó esa frustración de no querer ser 15 años menor para acercarme y meterle conversa con miras a algo más que una noche de cama. Se lo comenté a John, que ya tenía sus tragos encima y estaba bien desinhibido. Me sorprendió que se dio media vuelta y empezó meterle conversa a Chris, que se llamaba el muchachito. Gracias en parte a su inentendible acento irlandés, todo el mundo engancha con John, y en poco rato nos tenía presentados y yo estaba en plena conversa con Chris. Conversa que resultó ser tremendamente interesante, acerca de política y economía. Inteligente Chris, además de todo lo lindo que se ve por fuera. Sentí que iba perdiendo las defensas y me vi muy vulnerable en esa situación, porque sabía que esta interesante conversación no iba a llegar a nada.

No pasó mucho rato y John discretamente se despidió y desapareció de escena. Me quedé en una situación en que Chris me hablaba muy entusiasta de temas que entendía bien y que me entretenian mucho, aunque mi mente no dejaba de derivar hacia pensar en lo guapo que era. Estábamos solos, y mi amigo había dejado la pista libre para mí. Pero sabía que no tenía ninguna posibilidad de llevarmelo a la casa. Es guapísimo, y cuando se lo dije me dijo que si, que no había nacido ayer y que ya se lo habían dicho lo suficiente. Lo dijo de una manera humilde, sin arrogancia, pero dando a entender que era una ventajita que tenía pero no era lo único que él era. Debo haber parecido un conejo encandilado por los faroles de un auto en medio del camino, no sabía que hacer. Le dije que era tarde y hora de irse, me dijo que él también se iba. Salimos juntos y caminamos hacia el este, cruzamos la 8ª avenida y dijo que iba hasta la 7ª para irse hacia el Village. Que iba a tomar un taxi. Ahí fue que le pregunté si quería venir conmigo a mi casa, y me dijo que no gracias, con una sonrisa medio compungida. Me pareció que quedaba espacio para pedirle el teléfono, cosa que hice. Me equivoqué tres veces al tratar de grabarlo en mi celular, entre la cerveza y los nervios. Pacientemente me lo repitió hasta que lo grabé, y lo llamé para que lo grabara en el suyo. Y desapareció en un taxi por la 7ª rumbo al sur.

No lo llamé ese fin de semana, tampoco el lunes. Hasta el jueves, cuando lo llamé antes de juntarme a tomar un trago con mi amigo Ken, un papá gay divorciado que nació la misma semana que yo. Iba en el taxi cuando lo llamé, el teléfono sonó y sonó y apareció la grabadora. Le dejé un mensaje proponiendo que nos vieramos un dia de estos, de repente a almorzar, para que no se sintiera tan acosado. Pensé en mi paranoia que vio mi número y no me contestó.

Ya iba llegando al bar donde me iba a juntar con Ken cuando sonó mi celular y era Chris. Entusiasta, con energía de sobra, feliz de que lo hubiera llamado y feliz de poder juntarnos. Me preguntó que estaba haciendo casi en ánimo de juntarnos en ese mismo momento. No me di por aludido y le dije que estaba por salir una semana de vacaciones y que a mi regreso nos veríamos. Y siguió hablando, de su trabajo, de sus ideales, de como su trabajo y sus ideales no calzaban pero que no lo juzgara por eso. Me quedé afuera del bar donde iba a encontrarme con Ken, conversando con Chris en el teléfono. No paraba de hablar, y me encantaba recibir tanta atención. Al rató veo que Ken sale del bar a fumarse un cigarrillo, aburrido de esperarme. Le hice señas mientras trataba de terminar la conversación. Estaba medio arrepentido de haber aceptado juntarme con Ken, cuando podría haber salido con Chris si hubiera tenido las pelotas para llamarlo antes. Ken es un vejete como yo, con el cuál tengo muchisimo en común, como haber estado casados muchos años, mas él, se caso a los 21. Como tener hijos grandes. Y cuando recién nos conocimos compartimos un rato bien apasionado.

Ken parece tener por lo menos 10 años menos que lo que dice su fecha de nacimiento. Y tiene un cuerpo mejor que si tuviera 25 años. Es realmente impresionante, poquísima grasa , elástico y marcado, no demasiado musculoso. Hijo de irlandeses, familia grande, fue ski bum en su juventud. Tomó a una sobredosis de droga en la universidad y lo mandaron al psiquiatra a los 19 años para ver que le pasaba, a instancias de un vecino que enseñaba psiquiatría en la universidad. El le dijo al doctor que pensaba que era gay, a pesar de ser virgen aún. El psiquiatra le dijo que no se preocupara tanto, que era una etapa y que se le iba a pasar. Asi fue que terminó casado con tres hijos, y ahora está divorciado y sumujer no le habla. Ahora ya les dijo a todos que es gay, incluso sus hijos, y no ha sido fácil. Me tiene invitado a una fiesta en Provincetown, un balneario gay en Massachussetts, para celebrar su cumpleaños, y por que no, el mio también. No se si vaya, ese mismo día tengo el matrimonio civil de una sobrina y el matrimonio de la hija de un amigo en Santiago.

Pero me hubiese gustado salir con Chris ese jueves, en vez de tomar unas cervezas con Ken. Tengo que salir del closet y reconocer que me puede llegar a gustar mucho un jovencito un par de decadas menor que yo. Aceptar que me encantaría estar con él y no por eso soy un viejo indecente o pedófilo, si el niñito ya es adulto hace rato. Eso es, oficialmente hoy salgo del closet y anuncio que me libero de mis prejuicios por las edades. Vamos Chris, no me desilusiones...
 
Friday, July 21, 2006
  Ositos y más

¡Apuesto que si a este le sacamos la polera aparece un oso magnífico!
No entiendo mucho de osos, pero esta preciosura peludita está para dejarse devorar.

Estos encantadores ositos se pasearon por el desfile celebrando sus 27 años juntos. O sea desde 1979..., esos años antes del SIDA, y entonces decidieron ser pareja. Era más difícil en esos tiempos, cuando no había mucho incentivo para emparejarse.
 
Tuesday, July 18, 2006
  Más fotos
Batucada versión arcoiris, promoviendo HX, la guía gay
Hmmmmm...

Niñas, ¡al salón!

El político y su novio


¡Cumbia!


¿Donde está el show?


Ben Affleck ama a su primo gay


El de más a la izquierda está guapo...


Mi isleño favorito

 
  Fotos Prometidas
Aqui van, la primeras fotos del desfile de Gay Pride de New York. A ver si funciona este sistema de subirlas directo con Blogger. La de la izquierda es una que apoya mi tesis de que la alcaldía de New York tiene un programa de reparación de los maltratos que el NYPD le dio a la comunidad gay por muchos años, hasta la rebelión de Stonewall. Y la reparación consiste en poner los policías màs guapos a cuidar el desfile de Gay Pride. Ahí tenemos a mi favorito, parado en Madison Avenue. Tengo una colección de fotos de este precioso ejemplar, y a pesar de la curiosidad con la que me miraba mientras le sacaba las fotos, no me dio su teléfono.
Los dos siguientes estaban en Christopher Street, y los agrego sólo para confirmar la tesis. NY finest... ¡Muy bien!
 
Monday, July 10, 2006
  Daddies
Aunque pensaba esperar a tener las fotos para escribir sobre el desfile, mejor empiezo a hacerlo ahora porque no me voy a encontrar con las fotos hasta el martes de la próxima semana. Y no quiero olvidarme de lo que fue ese desfile antes de escribirlo en este blog.

Una vez asumida mi calidad de espectador y no de participante, partí con Eduardo a ver el desfile por la Quinta avenida, paseándonos entre turistas curiosos, algunos gays portando banderitas multicolores y policías que debían mantener el orden en un desfile que no tenía por dónde desordenarse. Ni siquiera frente a la catedral de San Patricio había algún intento de desorden, y la policía la tenía totalmente protegida con barreras a través de las cuales solo pasaban los que iban a misa. No hubo enfrentamiento esta vez, parece que eso era un asunto de otros tiempos y de otro arzobispo.

Es cierto que la iglesia tiene una posición dura contra los homosexuales, no me atrevo a citarla para no distorsionarla, pero como me llega a mí el mensaje es que se acepta que existimos, pero estamos equivocados, o mejor dicho somos una equivocación, y por lo tanto debemos abstenernos de nuestra naturaleza equivocada y practicar la abstinencia sexual. No es malo ser homosexual, en eso la iglesia es muy comprensiva, pide a los católicos ser comprensivos también. Lo malo está en practicar la homosexualidad, es decir no es malo serlo mientras uno se niegue y sea asexuado. Inconsistente con tanta “comprensión” por parte de nuestra santa madre iglesia, ahora también es intolerable que ingresemos a sus seminarios, que quedarán aún mas vacíos. Y las parejas homosexuales también son una equivocación y es malo formar pareja para pretender tener una relación estable y reconocida que eventualmente pueda contribuir a criar a la siguiente generación. Especialmente esto último sería lo peor, pretender hacer lo que la naturaleza le encargó a las parejas heterosexuales.

Por eso la iglesia se opone frontalmente al reconocimiento legal de las parejas gays y al matrimonio gay. Me queda claro que lo que quieren para nosotros es abstinencia sexual y soledad. Lo mismo que le piden a los curas (ergo, profesión ideal para un gay católico obediente sería ser sacerdote, ya que tendría igual que ser célibe). Pero como sabemos que el celibato sacerdotal no lo cumplen ni los curas, porque es contrario a la naturaleza humana, no me queda claro cual es la opción realista que recomienda la santa madre, si acaso lo que recomienda la iglesia es ser promiscuo y evitar conformar una pareja estable, que naturalmente lleva a querer tener reconocimiento social de ese compromiso y también querer formar una familia. Pero también critican la promiscuidad. O sea, uno concluye que nos piden no existir.

Pero existimos, y considerando que no había nada especialmente interesante que ver en la 5ª Avenida, Eduardo y yo decidimos emigrar hacia el Downtown, a tierras más gay friendly que los alrededores de la catedral. Nos bajamos en la estación de Astor Place, para caminar hasta la 5ª donde el desfile se desvía hacia el oeste, para terminar en Christopher Street, la histórica calle central del antiguo ghetto gay de New York.

Lo primero que me llamó la atención al salir de la estación del subway fue la enorme cantidad y diversidad de gente que circulaba por los alrededores de NYU. Y lo segundo, una pareja de hombres treintones, atractivos, en pinta relajada de fin de semana que paseaban en un cochecito a su hijito de meses. Justo ahí se detuvieron y uno de ellos sacó la mamadera para darle al bebé, con un pañal en la mano por esa mala costumbre que tienen los bebés de vomitar en la ropa de sus padres cuando los alimentan. O de babear quesillo... ¡Que recuerdos me trajo! Claro, yo hice eso mismo muchas veces cuando mis hijos tenían meses. Con la misma paciencia que estos padres gay. Y seguro yo tenía la misma cara de falta de sueño acumulada que tenían estos dos, y el mismo brillo de orgullo de padre en los ojos. Orgullo un poco defensivo en el caso de ellos, porque a diferencia de mi caso, mucha gente los mira aun con alguna cara rara solo porque son gays, por buenos padres que sean. No así cuando estás en pareja heterosexual, en que todo el mundo te aplaude y felicita por el solo hecho de ser padre, independientemente de si eres buen padre o no.

Me alegró ver esa pareja y después en el desfile ver a varias familias de parejas del mismo sexo desfilando con sus hijos, empujando cochecitos. No es fácil y no es algo que le recomiende a todas las parejas gay, por el contrario, sólo lo deberían intentar los que realmente sienten la necesidad vital de ser padres y además están dispuestos al enorme sacrificio que es asumir esa responsabilidad.

Se alargó esto, sigo cuando tenga las fotos...

Seguimos caminando y por ahí por la 6ª Avenida, después de ver pasar un gran número de grupos de lesbianas de distintas razas con pancartas anti-discriminación, decidimos almorzar. Por el camino me metí en un Supercuts y me di un corte de pelo de emergencia que resultó muy bien cortado. A manos de un guapísimo y coqueto peluquero originario de algun país e medio oriente. Entramos a Pizzería Uno, a comer rápido para no perdernos mucho del desfile. Pero no resultó, la pizzería estaba llena de policías almorzando y demoramos más de lo que hubiésemos querido. De todas manera faltaba mucho para que llegara la cola del desfile, donde venían los equipos deportivos y mis amigotes.

Nos metimos por Christopher, y nos instalamos cerca de la 7ª Avenida, entre una multitud de todos los colores imaginables. Poco a poco nos hicimos un lugar en primera fila junto a unas lesbianas negras enormes. Y empecé a sacar fotos en serio, a aplaudir a los carros que pasaban y recolectar literatura que distribuían desde los distintos carros alegóricos. Pasaron varios carros de marcas como Starbucks, Absolut, canales de TV, etc., etc. Como que e repente se sentía que el desfile era demasiado mainstream. Pero la verdad es qe sin auspicios no hay plata y sin plata no hay desfile. O sería mucho mas aburrido.

No se de dónde sacan tantos jóvenes guapos y musculosos para poner decenas de ellos en cada carro alegórico. Pero cuando pasó el carro de la comunidad gay de origen en las islaz del pacífico casi perdí la compostura. Un bailarín alto, con aspecto polinésico se sintió tocado por mi interés en fotografiarlo y me dedicó una sonrisa tras otra, además de unas contorsiones de esas que sólo los polinésicos hacen tan bien, tremendamente sexuales, pero a la vez con la inocencia y naturalidad de las islas del pacífico sur. Me inspiró subirme al carro a pedirle el teléfono, y hacer el soberano ridículo frente a todo la multitud. Por suerte me salvó Pablillous, que me llamó por teléfono para decirme que venía llegando de Miami, y que no tenía idea que era el día del desfile.
 

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