Historias de un Huracan sin rumbo
Thursday, May 31, 2007
  Política, educación, micros y gays.
Todavía estoy golpeado por los palos que me dieron por criticar el Transantiago. No sé que fue lo terrible de mi comentario, tal vez que me atreví a decir lo que veo sin ponerme a disfrazarlo para ser políticamente correcto. Por que a lo triste le digo triste, porque a lo oscuro lo llamo oscuro, porque a lo pobre le digo pobre y a los pobladores marginales los llamo pobladores marginales. Y porque hago una observación acerca de que algo ha cambiado.

¿O tal vez sería porque critiqué al sacrosanto gobierno? Lo que inmediatamente me califica como derechista, asociado a lo peor de los ochenta y quién sabe a que otra barbaridad en la mente binaria de algunos. Esas mentes que saben de blanco y negro y que no logran entender por qué la concertación tenía el arco iris como símbolo, aunque ya no se vea mucho (¿será que no lo quieren asociar con el arco iris gay?).

Bueno, me alegró leer, con algún retardo de mi parte, el discurso de la Presidenta Bachelet en el Congreso Nacional para el 21 de mayo, en el cual rinde cuentas al país. Por dos cosas, primero porque en lo del Transantiago me da la razón, y segundo, porque hizo anuncios queme parecieron sensatos, y en ese sentido avanzó años luz respecto del pobre discurso del año pasado en esta misma fecha, cuando apenas se refirió a la educación y después los estudiantes secundarios le pasaron la cuenta con la revolución de los “pingüinos”.
Cito lo que dijo sobre el Transantiago, no todo, solo el diagnóstico (también se explayó en prometer que lo iba a arreglar, lo que no pongo en duda aunque sospecho que va a salir caro).

“La capital de Chile tenía un sistema de transporte público peligroso y contaminante. Necesitaba cambios de fondo y la decisión fue enfrentar ese desafío.
Pero ya lo dije en su momento: las cosas se hicieron mal. Ha sido esta reforma una experiencia mala y frustrante para una enorme mayoría de los santiaguinos y especialmente, para los sectores más pobres. Las personas tienen todo el derecho a estar molestas y angustiadas. Comprendo su indignación y su impotencia.
Hubo falencias en el diseño, como también en la implementación. Hubo un masivo incumplimiento de parte de actores que debían garantizar la operación del sistema. No se contó con adecuadas herramientas de supervisión y de fiscalización. No se consideró al inicio un pilar público de apoyo ni la gradualidad que ameritaba un cambio de esta magnitud.
Esto dejó en evidencia algo que creo debe llamarnos infinitamente la atención, que el Estado siempre debe cumplir un rol más relevante en el transporte público.
Porque a la vez, lo que vimos es que exigido el Estado más allá de las tareas de rutina, mostró sus falencias. Requerida a su vez la empresa privada para hacerse cargo de tareas de envergadura, mostró sus limitaciones.
En suma, todos necesitamos urgentemente mejorar y enmendar rumbos. Las grandes tareas no son para dejarlas a medio camino, pero lo que sí, es que hay que enmendar los rumbos, que es necesario cambiar y la salida es hacia adelante. Y lo que importa hoy son las soluciones.”

A pesar de que reconoce que las cosas se hicieron mal, que es la esencia de mi comentario, creo que tanto el Estado como la empresa privada chilena han demostrado en el pasado que son capaces de innovar y estar a la altura para desafíos importantes, como lo hicieron con las concesiones de infraestructura de carreteras, que con los problemas que hayan tenido han resultado el desarrollo de una infraestructura de buena calidad. No ha sido así en el Transantiago ni en Ferrocarriles.
Sobre la educación. Me gustó que le diera importancia al tema, y haber oido que garantizar la calidad de la educación es el compromiso central de su gobierno me parece lo mejor que he oido decir a un político en mucho tiempo. Espero que tenga mucho éxito en eso, que como siempre he dicho, es la mejor forma de reducir la pobreza igualando oportunidades. Ahora hay la plata, hay las ganas, sólo falta la ejecución. Hay gente buena en educación en Chile, espero que ponga un buen equipo a manejar eso, porque al final de eso va a depender el resultado.
Bueno, reitero que a pesar de las opiniones de algunos que me dicen que no escriba de política porque no le gustan mis opiniones, lo voy a seguir haciendo cuando me de la gana. De hecho cuando escribo de temas que nos afectan a los gays muchas veces estoy hablando de política también. Después de todo, es mi blog.
 
Saturday, May 19, 2007
  Volando con las estrellas
Volar de Ciudad de México a Nueva York no es mi viaje favorito. No me gusta volar de día, se pierde el tiempo y al final uno llega igual de molido y cansado que si hubiera volado toda una noche durmiendo en el avión. Más todavía si uno se tiene que levantar a las 5AM para llegar a un vuelo que despega a las 7:35 AM, yclaro me levanté a las 5 AM hora de Nueva York, la que marcaba mi reloj, porque me olvide de atrasarlo una hora para ponerlo a la hora de Ciudad de México.

No me di cuenta que me había levantado una hora antes hasta que llegué a la puerta donde se supone que salía mi avión, había gente embarcando a un vuelo de Taca que iba a Costa Rica. Ahí me dí cuenta que eran las 5:30 AM y no las 6:30, y entendí por qué me había costado tanto levantarme. Me hizo falta la horita de sueño. Me instalé a observar la fauna del aeropuerto desde un cafecito que había al lado de la puerta, mientras me comía unos huevos a la mexicana. Y a leer y contestar mensajes desde mi laptop.

Cuando por fin llamaron a abordar mi vuelo esperé hasta el final, y me acerqué al mesón donde la aerolínea tenía un par de chiquillas gorditas, con las manos forradas en guantes de latex, revisando el equipaje de mano. Mientras me revisaban la maleta, de repente se produjo un revuelo entre las niñas, que empezaron a cuchichear, hasta que una de ellas se acercó a la que manoseaba mi maleta y le dijo, toda chinchosa, “¡Gael!”. No entendí que pasaba hasta que vi aparecer un tipo flaco y bajito, con anteojos y una gorra roja con blanco de esas horribles que usan los carpinteros en Estados Unidos. Mirándolo de cerca era igualito a Gael García Bernal, excepto que mucho mas bajo y flaquito que lo que uno se imagina que era el Che Guevara. Y por el trato que todo el mundo le daba, evidentemente era Gael. De cara tan guapo como en las películas, pero definitivamente ne la categoría de flaquito. Simpático y amable con la gente, quedó sentado dos asientos más adelante que yo, él en la primera fila de la clase ejecutiva, acompañado de un tipo con una pinta de atorrante.

Reconozco que el gringo de barbita de dos días que iba al otro lado del pasillo, frente a Gael, me atrajo más la mirada durante el viaje que Gael, y agrego a Gael a las celebridades que en persona no tienen la imagen que proyectan en la pantalla. Guapo, y para mi gusto muy buen actor, pero no llamaría mucho la atención caminando por la calle.

Ahora mismo estoy en el avión, aprovechando el tiempo ocioso para escribir este post, que va a ser corto, porque el avión ya está acercándose a JFK y me van a hacer apagar el laptop.
 
Sunday, May 13, 2007
  Santiago Triste
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Me encontré en Providencia con Manuel Montt a las seis y media de la tarde después de una reunión para ver asuntos de impuestos. Ya estaba oscuro, no había un taxi a la vista y por más que llamé por celular para que me vinieran a buscar, no hubo respuesta. Decidí tomar el metro hasta la estación Escuela Militar y dejé un mensaje con la esperanza de que me recogieran allá.
Bajé al metro y me encontré con un mundo desconocido. Largas colas para pasar por los torniquetes de entrada, y colas aún más largas para comprar la famosa tarjeta Bip! que se necesita para poder entrar al metro, y que también sirve para las micros.
La escena me pareció tan ajena a lo que siempre conocí como el Metro de Santiago, que era limpio, ordenado, fluido. Unos personajes con unos uniformes amarillos dando órdenes a la multitud que pacientemente avanzaba por las diversas colas, especialmente la enorme cola que conducía al andén de la dirección poniente. El andén de los que van para “abajo”, trabajadores que regresan a sus barrios después de un día de trabajo en Providencia. Gente triste, inexpresivos en sus rostros, apocados en su movimientos, funerarios en su vestir. Todos de negro o gris oscuro, excepto algunos más díscolos vestidos de color café oscuro.
El andén de subida, hacia la Escuela Militar no estaba tan lleno, pero cuando pasó el tren estaba repleto. Me forcé a entrar al tren y logré encontrar un rincón donde acomodarme con mi desproporcionado y poco práctico maletín. Me puse a observar a la gente del tren, una fauna que no había conocido en los tiempos en que alguna vez viajaba rutinariamente en el metro. Gente con caras duras, aspecto de pobladores marginales, vestidos invariablemente de colores oscuros, expresiones tristes o enojadas.
La mayoría se bajó en la estación Tobalaba, para conectar con la linea 4 que los llevaría hacia Peñalolén, Lo Hermida y otros barrios pobres del sur-oriente de Santiago.
Unas pocas estaciones más y llegue a la Escuela Militar, donde salí a la superficie y descubrí que recién salían a buscarme. Ya basta, pensé, me tomo un taxi.
Ahí me encontré con el Transantiago en todo su esplendor.
El intento de tomar un taxi se encontró con una nueva cola, bueno, no una, varias colas en distintos lados de gente que pacientemente esperaba la aparición de taxis en los paraderos. Con suerte aparecía uno esporádicamente. Frustrado me fui a parar frente a un deteriorado supermercado Unimarc a esperar que me pasaran a buscar, parado ahí en las penumbras de una plaza mal iluminada, con un aire contaminado como no lo veía hace años, y rodeado de más gente parada sin hacer nada, esperando, vestida en colores oscuros. Si fuera propenso a la depresión, creo que me habría puesto a llorar para que me den Prozac.
Recuerdo que hace unos años fui a una presentación en que me explicaron los planes del Transantiago. Se iba a reformar todo el sistema de transporte de la ciudad con objetivos muy lógicos. Se quería mejorar el sistema en calidad, comodidad y velocidad para que alguna de la gente que anda en auto empezara a usar el transporte público. Serían buses nuevos, limpios, de tecnología poco contaminante y con choferes amables. Operarían como empresas en vez del caótico sistema de autobuseros individuales que tenía la ciudad, habría un sistema de pago moderno, con tarjetas de acercamiento y se podría hacer trasbordos a una tarifa especial. El resultado sería una ciudad más amable, mas limpia, menos contaminada y con menos congestión. Y por lo que vi por ahí, el sistema original que se planteó cumplía con estos requisitos, pero requería unas tarifas un poco más altas. Iba a ser de gran calidad eso si, y no me pareció malo el objetivo de atraer a los automovilistas al transporte público.
¡Que tristeza ver el estado actual del transporte metropolitano de Santiago! De ser desordenado, peligroso, informal, pero efectivo para llegar de A a B, se convirtió en un caos total en que buses mas nuevos y muchos de los antiguos pintados con colores nuevos se mueven de un lado para otro con la gente esperando en piños, como animales desorientados en los terminales del metro, tratando de volver a sus casas usando un sistema que no funciona. La gente se ve demasiado cansada para protestar, pero amargada.
¿Qué pasó? ¿Dónde quedó el Chile ganador que innovaba y mostraba el camino para los demás países latinoamericanos? No sé con certeza, pero me da la impresión que el Chile ganador está desapareciendo en manos de los políticos. Hoy todo son decisiones “políticas”, es decir de esas en que lo que importa es cual es el efecto inmediato que va a tener en la opinión pública, en la encuesta de popularidad o en la elección más inmediata. Sin que importe el bien común de verdad, la dirección en la que va el país en el largo plazo. Decisiones en que se distorsionó el diseño de un plan de transporte bien concebido para dar tarifas “populares” sin asumir un subsidio necesario, y también para mantener contentos a los microbuseros amarillos al permitir que llamaran empresa a una mala asociación gremial, y que se llevaran grandes recorridos licitados. Al enfocarse en construir infraestructura de metro, de esa que impresiona y permite hacer inauguraciones y cortes de cintas, en vez de construir la infraestructura de paraderos, áreas de trasbordo, vías exclusivas y sistemas informáticos para que el sistema funcionara. Claro, no es lo mismo tener a un presidente de la república inaugurando un paradero de micro que una línea de metro.
Y después, no teniendo claro si el sistema iba a funcionar, se lanzó igual por un cálculo “político”, errado en este caso, que indicaba que sería peor percibido que se volviera a postergar el lanzamiento que lanzarlo aunque no funcionara perfectamente. Lo que hace pensar en una enorme incompetencia al no haber probado el sistema o haber verificado que funcionaría razonablemente bien. Pero aún, hicieron una marcha blanca en el vrano y no fueron capaces de echar pie atrás, seguro por otro cálculo político. Porque todo esto se ha ido haciendo con sucesivas motivaciones políticas. Inicialmente el sistema iba a entrar en funciones antes de las elecciones presidenciales de 2005, pero no había ninguna posibilidad real de que eso fuera así, por lo que inventaron un sistema mixto, en que era el mismo sistema antiguo, pero le dieron rutas a los dueños de los nuevos buses que operarían el Transantiago. Para que se vieran buses modernos, articulados, con pantallas electrónicas, circulando por Santiago. Un barniz de modernidad, totalmente falso.
Y los chilenos seguimos eligiendo a esta gente para que nos gobierne. Las incompetencias están a la orden del día, y me da pena. Vuelvo pensar que hay algunos que se han acomodado mucho en el poder, y perdieron el norte. Lo dije para la elección presidencial, con preocupación. Lo vuelvo a decir hoy, con pena y miedo por lo que le pueda pasar a nuestro país.
 
Wednesday, May 09, 2007
  ¿Escribir o no escribir?
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Hace tiempo que no escribo nada por acá. En gran parte porque he tenido poco tiempo, pero en parte también porque no he tenido ganas de escribir. Lo que me hace pensar en se han ido debilitando con el tiempo y con los cambios que van ocurriendo en mi vida. ¿Será que escribo porque es una válvula de escape para la presión que generan los conflictos internos? Entonces tal vez los conflictos han aflojado.¿O será que escribo por lo que le pueda servir mi experiencia a otros en situaciones parecidas o a los que son más jóvenes y están decidiendo cómo vivir sus vidas? En ese caso sería un irresponsable por no escribir… o tal vez sea que para eso es suficiente con lo que he escrito hasta ahora. ¿O es que escribo porque necesito atención, que alguien me lea y me comente? Entonces tal vez he encontrado otra forma de conseguir atención o me basta con la que tengo. O simplemente ya no me hace falta.

Sea como sea, un poco de todo eso es verdad, pero también es verdad que aquí estoy escribiendo de nuevo, porque el blog se echa un poco de menos. Lo que si está claro es que el blog no es un recuento en detalle de mi vida, ni de lo que está pasando conmigo en la actualidad. Mas bien es, y ha sido, en sus dos encarnaciones, un recuento de experiencias, anécdotas y situaciones que tienen que ver mi orientación sexual, con el hecho de ser un hombre gay, más que con el sólo hecho de vivir. Y como ser gay no es todo lo que soy, tampoco todo lo que soy se refleja en este blog. Es apenas un esbozo de lo que soy, y no tengo intenciones de reflejar todo lo que soy en este registro.

Será tal vez esa privacidad que quiero mantener acerca del resto de mi vida lo que me ha tenido sin escribir, porque mi vida ha ido acelerándose, con grandes cambios a la vez que ha tomado una velocidad vertiginosa y me ha llevado por caminos bastante singulares. Siento que todo eso me ha dado una individualidad que si la reflejara en estos escritos sería como poner una fotografía con mi dirección y teléfono, lo que distraería del contenido. Y pienso que eso haría que mi blog perdiera mucho de lo que lo ha hecho interesante para los que quieren saber algo de los hombres gay de mi generación.

Vuelvo entonces a mi tema. NO, no he hablado con mis hijos menores aún, a pesar de tenerlo planeado para hace algunas semanas. Se me hizo difícil porque no me dejan mucho tiempo sin estar con sus correspondientes parejas, a quiénes traen para que estén también conmigo, y a quiénes les han contado historias tales acerca de mí que me admiran como si fuera un icono de lo que ellos quieren llegar a ser. Cosa que me complica para contarles que bueno… en realidad hay un detallito más que deben conocer, pero principalmente la constante presencia de pololos y pololas me hace sentir que no hay la privacidad para tener la conversación que necesito tener con cada uno de mis hijos. Me he fijado como objetivo ir uno a uno en la medida de lo factible. Sin planearlo tanto, cuando se dé el momento y ya.

¿Que más puedo decir? Me gustaría que este blog fuera más interactivo, y en ese sentido me alegra que a pesar de mi larga ausencia haya habido varios comentarios que muestran que a algunos les interesaba que siguiera escribiendo. Darse el trabajo de dejar un comentario sólo para preguntar que pasa que estoy desaparecido es un halago.

No hay temas para adultos hoy, a cambio de eso dejo una foto de mi ciudad adoptiva (bueno, estoy esperando cerrar la compra de mi departamento para definitivamente considerarla adoptada).
 

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