Saliendo del otro closet
Hace un par de sábados terminé la noche en Therapy. En el bar Therapy, que es mi favorito en Midtown. Andaba con John y habíamos ido a comer a Arriba Arriba, rutina conocida ya cuando andamos por Hell’s Kitchen. En el bar había un muchachito que le hizo cambio de luces a John, tendría 25 años y una cara perfecta, cuerpo de atleta y una polera que tenía impreso “Holloway” sobre sus pectorales. Quedé viéndolo directamente mientras comía, y no pude despegar los ojos del pendejito. Volví a pensar que podía tener yo en común con un casi adolescente de esa edad, que mejor ni me acercaba, porque no tendría tema de que hablarle. Ni nos miró cuando salimos, el cambio de luces a John era uno de tantos que haría coquetamente esa noche en el restaurante. Hasta Arriba Arriba se está llenando de esos gays jovencitos que están invadiendo Hell´s Kitchen, desplazando a la concurrencia mayor y más variada que había por esos lados hace apenas una año. Cada día más lleno, cada día más gay, y cada día más jóvenes. ¿O será que nos estamos poniendo viejos?
Cuando llegamos a Therapy la sensción es la misma, como que se venían bajando del triciclo para entrar al bar. Después de un par de tragos me quedé embobado iado a un muchachito alto, delgado de pelo negro, tez blanca y ojos azules, con la barba un poquito crecida, que estaba apoyado contra la pared frente a la barra del primer piso. Algo serio, algo solitario, de unos 25 a 30 años. Precioso. Me bajó esa frustración de no querer ser 15 años menor para acercarme y meterle conversa con miras a algo más que una noche de cama. Se lo comenté a John, que ya tenía sus tragos encima y estaba bien desinhibido. Me sorprendió que se dio media vuelta y empezó meterle conversa a Chris, que se llamaba el muchachito. Gracias en parte a su inentendible acento irlandés, todo el mundo engancha con John, y en poco rato nos tenía presentados y yo estaba en plena conversa con Chris. Conversa que resultó ser tremendamente interesante, acerca de política y economía. Inteligente Chris, además de todo lo lindo que se ve por fuera. Sentí que iba perdiendo las defensas y me vi muy vulnerable en esa situación, porque sabía que esta interesante conversación no iba a llegar a nada.
No pasó mucho rato y John discretamente se despidió y desapareció de escena. Me quedé en una situación en que Chris me hablaba muy entusiasta de temas que entendía bien y que me entretenian mucho, aunque mi mente no dejaba de derivar hacia pensar en lo guapo que era. Estábamos solos, y mi amigo había dejado la pista libre para mí. Pero sabía que no tenía ninguna posibilidad de llevarmelo a la casa. Es guapísimo, y cuando se lo dije me dijo que si, que no había nacido ayer y que ya se lo habían dicho lo suficiente. Lo dijo de una manera humilde, sin arrogancia, pero dando a entender que era una ventajita que tenía pero no era lo único que él era. Debo haber parecido un conejo encandilado por los faroles de un auto en medio del camino, no sabía que hacer. Le dije que era tarde y hora de irse, me dijo que él también se iba. Salimos juntos y caminamos hacia el este, cruzamos la 8ª avenida y dijo que iba hasta la 7ª para irse hacia el Village. Que iba a tomar un taxi. Ahí fue que le pregunté si quería venir conmigo a mi casa, y me dijo que no gracias, con una sonrisa medio compungida. Me pareció que quedaba espacio para pedirle el teléfono, cosa que hice. Me equivoqué tres veces al tratar de grabarlo en mi celular, entre la cerveza y los nervios. Pacientemente me lo repitió hasta que lo grabé, y lo llamé para que lo grabara en el suyo. Y desapareció en un taxi por la 7ª rumbo al sur.
No lo llamé ese fin de semana, tampoco el lunes. Hasta el jueves, cuando lo llamé antes de juntarme a tomar un trago con mi amigo Ken, un papá gay divorciado que nació la misma semana que yo. Iba en el taxi cuando lo llamé, el teléfono sonó y sonó y apareció la grabadora. Le dejé un mensaje proponiendo que nos vieramos un dia de estos, de repente a almorzar, para que no se sintiera tan acosado. Pensé en mi paranoia que vio mi número y no me contestó.
Ya iba llegando al bar donde me iba a juntar con Ken cuando sonó mi celular y era Chris. Entusiasta, con energía de sobra, feliz de que lo hubiera llamado y feliz de poder juntarnos. Me preguntó que estaba haciendo casi en ánimo de juntarnos en ese mismo momento. No me di por aludido y le dije que estaba por salir una semana de vacaciones y que a mi regreso nos veríamos. Y siguió hablando, de su trabajo, de sus ideales, de como su trabajo y sus ideales no calzaban pero que no lo juzgara por eso. Me quedé afuera del bar donde iba a encontrarme con Ken, conversando con Chris en el teléfono. No paraba de hablar, y me encantaba recibir tanta atención. Al rató veo que Ken sale del bar a fumarse un cigarrillo, aburrido de esperarme. Le hice señas mientras trataba de terminar la conversación. Estaba medio arrepentido de haber aceptado juntarme con Ken, cuando podría haber salido con Chris si hubiera tenido las pelotas para llamarlo antes. Ken es un vejete como yo, con el cuál tengo muchisimo en común, como haber estado casados muchos años, mas él, se caso a los 21. Como tener hijos grandes. Y cuando recién nos conocimos compartimos un rato bien apasionado.
Ken parece tener por lo menos 10 años menos que lo que dice su fecha de nacimiento. Y tiene un cuerpo mejor que si tuviera 25 años. Es realmente impresionante, poquísima grasa , elástico y marcado, no demasiado musculoso. Hijo de irlandeses, familia grande, fue ski bum en su juventud. Tomó a una sobredosis de droga en la universidad y lo mandaron al psiquiatra a los 19 años para ver que le pasaba, a instancias de un vecino que enseñaba psiquiatría en la universidad. El le dijo al doctor que pensaba que era gay, a pesar de ser virgen aún. El psiquiatra le dijo que no se preocupara tanto, que era una etapa y que se le iba a pasar. Asi fue que terminó casado con tres hijos, y ahora está divorciado y sumujer no le habla. Ahora ya les dijo a todos que es gay, incluso sus hijos, y no ha sido fácil. Me tiene invitado a una fiesta en Provincetown, un balneario gay en Massachussetts, para celebrar su cumpleaños, y por que no, el mio también. No se si vaya, ese mismo día tengo el matrimonio civil de una sobrina y el matrimonio de la hija de un amigo en Santiago.
Pero me hubiese gustado salir con Chris ese jueves, en vez de tomar unas cervezas con Ken. Tengo que salir del closet y reconocer que me puede llegar a gustar mucho un jovencito un par de decadas menor que yo. Aceptar que me encantaría estar con él y no por eso soy un viejo indecente o pedófilo, si el niñito ya es adulto hace rato. Eso es, oficialmente hoy salgo del closet y anuncio que me libero de mis prejuicios por las edades. Vamos Chris, no me desilusiones...