Historias de un Huracan sin rumbo
Sunday, January 21, 2007
  Straight boy haircut
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Una de las cosas que mas me cuesta cuando me cambio de casa es encontrar donde cortarme el pelo y que me quede a mi gusto. Lo que uno quisiera es cortarse el pelo en algún lugar relativamente cerca de la casa, especialmente cuando uno vive en Manhattan, no es la idea tener que hacer un viaje en taxi o subway para ir a cortarse el pelo. Al menos eso me pasa a mi, porque cuando la peluquería está lejos, voy postergando el corte para evitar el viaje, y de repente parezco hippie de los 60s con el pelo largo.

Hace poco encontré una peluquería buena, bonita y muy cara, cerca de la casa, donde hay una chiquilla que se llama Angelique, que me corta el pelo muy bien. Y trabaja domingos y lunes, lo que me viene bien, ya que lo más probable es que el pelo me lo corte el fin de semana. Hasta hoy, que por partir de viaje un sábado, me quería ir con el pelo corto, ya que hace rato que estaba pendiente de pasar por la peluquería. Bueno a Angelique hay que pedirle hora e igual hoy no trabaja. Decidí que me cortara cualquiera en la peluquería, y partí a ver que suerte me tocaba. Cuando estaba llegando a la cuadra donde está el salón ese, se acercó un tipo y me pasó una tarjetita que decía “Classic Haircuts” y daba una dirección en la calle 53, entre las avenidas Segunda y Tercera. Corte de pelo por $14.95, lavado de pelo gratis.

No fue por ahorrarme los $70 que me cobran donde Angelique, a ver si alguien me lo cree, sino porque me gustó eso de “cortes clásicos” que terminé entrando a una diminuta peluquería en un townhouse de la calle 53. Hasta tenía una de esos cilindros con franjas rojo azul y blanco en espiral que son el símbolo clásico de las peluquerías a la antigua en este país. Entré y me encontré con una sorpresa muy agradable. Iba a tener que esperar unos quince minutos porque antes que mi estaba un par de guapos “boy-next-door” de esos que uno ve con la testosterona a flor de piel en los bares “straight”, de los que está lleno mi vecindario. Esos bares que los viernes y sábados en la noche se repletan de tipos de veintitantos y treintitantos buscando las respectivas mujeres de esa edad que andan por esos bares. Muy a lo “Sex in the city. Me los encuentro en la vereda, al lado afuera de los bares, fumando o esperando que los dejen entrar. Siempre es un agrado recrear la vista cuando paso por ahí. Y ahora me encuentro en el antro donde muchos de estos muchachos van a cortarse el pelo. Si ellos pueden, con lo guapos que se ven, yo también podré.

Justo en ese momento entró un tipo guapísimo que va a mi gimnasio. Vestido para el clima bajo cero que por fin llegó a New York, y se sentó a mi lado a esperar para cortarse el pelo. Ahí pensé que no podía ser tan mala la peluquería, ya que a este compadre siempre lo he visto con el pelo muy bien cortado, corte muy masculino, casi la definición de “straight boy”. Nos miramos con cara de conocernos pero ninguno de los dos se dio por aludido y nos quedamos ahí leyendo revistas de esas de peluquería mientras nos llegaba el turno. Le di una ojeada a mi bolsa de Barnes & Noble, para asegurarme que el último número de “Out” que recién había comprado no estuviera a la vista, dejando en evidencia que yo no pertenecía a la clientela típica de esa peluquería, y que en realidad era un impostor que no tenía derecho a estar allí. Tampoco me atrevía a mirar a mis guapos compañeros de espera mas que de reojo, no fuera a sentir que ese, uno de los últimos reductos “straight”, la peluquería sin glamour, fuera a ser descubierta e invadida por los gays, que poco a poco podrían convertir los cortes “clásicos” en lo “trendy”.

La peluquera que me tocó me lavó rápidamente el pelo, sin tanta ceremonia como la que te hacen el las peluquerías más caras. Y apenas habló le noté el acento. Era una rubia cuarentona, con pinta de eslava y fuerte acento ruso. Y el peluquero jefe, con pinta de ex agente de la KGB, y la otra peluquera que completaban el personal del local también tenían el mismo acento, tanto así que cuando hablaban entre ellos sonaba como que estuvieran hablando ruso. O de repente era eso, que hablaban en ruso.

Sin mayores delicadezas, mi rusa me sentó en la silla y me preguntó como quería que me cortara. Le dije lo típico, “corto, mas o menos como estaba, un poco mas largo arriba”. Pensé por un momento que con esa falta de especificidad me iba a hacer un corte de un minuto y que iba a salir con el aspecto de un soldado del ejercito ruso. No de esos de las porno fantasías gays que abundan en Internet, sino que de esos que desfilan frente al Kremlin.

Estaba en esas divagaciones cuando en la silla vecina se sentó el tipo del gimnasio. Y pensé que iría a dar especificaciones detalladas de lo que quería para que el corte le quedara tan bien como siempre. Y su respuesta fue todavía menos específica que la mía: “No muy corto”.

Para entonces mi rusa estaba avanzando en mi corte y en un tiempo razonable me dejo el pelo muy bien cortado, clásico, como me gusta. Le pagué al cajero y le di $5 de propina a la rusa, le di una última ojeada a mi guapo compañero de gimnasio que estaba quedando aún más guapo con su corte, y me fui a disfrutar mi nuevo “straight boy look”. Creo que por fin encontré la peluquería para mi.
 
Comments:
jajajajajaja muy cómico tu post. se ve que estás de buen ánimo. me alegro por eso.

sobre tu "otro blog", pues publicaste mucho de una vez! ahora me vas a tener que dar tiempo para ponerme al día.

saludos
 
Hura gozador,
Leo que lo de Steve está como en stand by. Que Pinochet te embrujó un poco en esa cafetería. Que ahora quieres ser mentor cuando antes te daba plancha que se aprovecharan de tu plata y no lo veías como una inversión a largo plazo. Que ahora llevas un corte hétero para seguir pasando "piola". Le pides peras al olmo y siendo pino radiata quieres pasar por alerce? :D
Bear hug,
Eleu
http://castoygay.blogspot.com
 
Eleu, no confundas Mentor con Mecenas, no son la lucas sino los años de circo lo que aporto en esa ecuacion. Bueno y un departamento mas grande también ;). Y alguna otra cosita también.
Siempre he usado un corte clásico, porque me gusta y porque sé, por experiencia propia, lo mucho que nos gusta a los gays ese look. No es por pasar por hetero, sino que porque me gusta el corte, y me gusta la concurrencia, aunque sea inalcanzable.
Y si, lo de Steve está en stand-by, no porque yo quiera. Es asi no más, le estoy dando tiempo sin aflojar demasiado.
 
je je je.. me fascino q escondiste la OUT para pertenecer a la peluqueria.. eso se llama mimetismo..

saludos huracan
 
Un corte de pelo clásico transmite, hmmm, virilidad.
Yo todavía no encuentro mi peluquería ideal, claro que mi díscolo, delgado y cada vez más escaso pelo no ayuda mucho.
US$ 70 por un corte de pelo no será mucho? Ni la Mary Rose McGill.
Abrazo!
 
No pude evitar hacer la conversión a pesos chilenos. No era tan caro el corte caro. O sea...es el pelo, no? Hay cosas es que no se deben escatimar gastos. La peluquería straight es una ganga. Espero que hayas quedado guapo igual.

Abrazo

JUL.

PD: hace tiempo que no te leía. Tengo harta lectura para el verano :)
 
quiero ver ese corte de pelo pronto...
take care
handsome guy
besos
 
Hey Huracan Simonetti

Tus posts perdieron momentum...antes eran mas morbosos, mas calientes, que dejaban duro. Pero ahora...

me declaro aburrido!
 
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