Complicando la vida... or as good as it gets?
La vida se va poniendo complicada. Me pongo a pensar en lo que me decía Carlo, hace más de un año. “Tienes la vida armada, para que te la vas a complicar”. “Sigue así, casado, con ventajas, vive en el Upper East Side de Manhattan, no te enredes”. Consejo de un gay que tiene cerca de mi edad, claro que él nunca se casó, tuvo éxito profesional y económico, y hoy vive cómodamente en un departamento gigantesco en la Quinta Avenida, con vista al parque, y tiene su propia empresa. Nunca fue gay militante, por el contrario, más de una vez me tocó estar en eventos a los que él fue acompañado de alguna estupenda mujer que había invitado para la ocasión, a pesar de haber tenido a su pareja en esos tiempos. Hoy en día, cada tanto lo veo acompañado de algún tipo estupendo y unos quince años menor que él. Un punto de vista interesante, basado en una experiencia particular.
Pero yo no soy bueno para oír consejos. Le doy con el tema de ser honesto conmigo mismo, de sentirme mal por dejar que todos crean que soy heterosexual. No es que me cueste, total, hoy los hombres solos que estuvieron casados no están bajo sospecha. Ya “demostraron” que no eran gay. A cualquiera de mi edad que sea soltero nunca casado le cuelgan la etiqueta de maricón, lo sea o no. Pero si eres separado o divorciado, eso se olvida. Claro que como a nadie le he dicho oficialmente “Estoy separado”, muchos piensan que en realidad estoy haciendo un sacrificio viviendo lejos de mi familia por razones de trabajo. Agreguémosle a eso que mantengo buena relación con la familia, nadie pone en duda mi orientación sexual. ¿O si?
Ya me solté un poco las trenzas llevando a Steve a comer con mi amigo Michael y su pareja en Miami. Con eso anduve dando una señal bastante ambigua. Estar tanto tiempo sin ver a mi mujer también da una señal que genera una serie de preguntas. Como, “¿Qué hace este huevón para cambiarle el agua a las aceitunas?”. “No estará a pura paja, está un poco viejo para eso”, o “Será que ya no se le para o se le pasó el impulso sexual”. “Por que santo no es”. Pero son temas que nadie te pregunta, sería indiscreto. A lo mas alguien me habrá dicho “No se como lo haces…”. Pero cualquiera con dos dedos de frente suma dos más dos y llega a la misma conclusión que llegó mi hijo mayor hace ya tiempo. Y a la que están llegando algunos de mis sobrinos también.
Todo esto me está llevando a un punto en que si sigo por este camino, pronto va a ser un secreto a voces que todos van a conocer pero nadie va a dejarme ver que lo saben. Al menos no mientras yo haga alguna brutalidad como darle una patada a la puerta del closet. Como por ejemplo regalarle anillo a Steve y publicarlo en el New York Times en la página de compromisos de matrimonio. O venirme de vacaciones a Santiago con Mark. O que el amigo chileno, ex compañero de trabajo, ese que vive en USA con su pololo se vaya de hocico y me saque del closet sin consulta previa. Como se viene de vacaciones a Chile, y se ve con mucha gente que son amigos comunes. Me huele que mas de alguien que no “debería” saber, ya sabe. Pero nadie se atreve a preguntarlo, y apenas a mencionarlo a alguna otra persona, excepto tal vez la generación más joven, los que al menos dicen no tener tanto rollo con el asunto. Hasta que se encuentran con la posibilidad de que el “tío” sea gay. Entonces aparecen las caras de sorpresa, porque una cosa es que sea gay uno compañero de universidad, otra una persona que has visto con respeto como padre de familia por muchos años.
Son sólo elucubraciones. También me doy cuenta que me estoy volviendo un viejo verde, estos días en un balneario cuico de la zona central me hacen apreciar lo linda que es la generación que hoy está en los veintitantos. Paseándose por la playa sin polera, mostrando sus cuerpos fibrosos, caras quemadas al sol, piernas musculosas y peludas. Trajes de baño mas grandes de lo que necesitan, colgando desde más abajo de la cintura, mostrando e insinuando. Esto me pasa mucho más en Chile que en New York, los jóvenes chilenos tienen un sex-appeal especial, a pesar de la moda de andar desastrados, con las barbas desordenadas, vestidos casi como vagabundos.
A lo que voy con todo esto es que está llegando la hora en que tengo que decidir como voy a hacer el resto de mi vida. Hoy día sigo con un pie a cada lado, entre vivir como neoyorquino gay y como hombre de familia en Santiago. Cada día con más dificultad lo segundo, y realmente sin mucho glamour lo primero. Pero por otro lado, soy lo que soy, con o sin glamour, y la vida que me queda me gustaría vivirla siendo honesto conmigo mismo y en armonía con los demás. En palabras de Carlo, me quiero complicar, a pesar de tener la vida armada.
Me llegó un mail de Steve diciendo que viene a NYC el jueves, para una reunión de negocios que le organicé yo. Me dice que si yo voy a estar se quedaría unos días más, conmigo. Pero ese día mi hijo va a estar conmigo, de jueves a viernes, y el fin de semana vendría Mark si le digo que voy a estar. Igual le dije a Steve que viniera, a ver como lo manejo. Nada de dormir abrazaditos cuando esté mi hijo en la casa, lo que en definitiva es mejor. Porque aunque mi hijo supiera que soy gay, me sentiría imbécil explicándole que dormimos abrazados pero que somos sólo amigos.
Ahora, si viene Mark, y Steve se quiere quedar, Steve le tocaría dormir en el sofá. No se si sería capaz de eso, pero es lo que corresponde si somos sólo amigos…