Historias de un Huracan sin rumbo
Thursday, April 24, 2008
  Relaciones
Dije que no tenía estómago el otro día para escribir acerca de mis intentos por establecer una relación duradera, seria con algún hombre, ahora que estoy viviendo sólo ya hace más de tres años. Es verdad, requiere estómago enfrentarse a la realidad: it's not pretty.
Creo que el peak de mis intentos fue cuando anduve juntándome con Felipe y su pareja, cuando salíamos por ahí a hacer Brunch en Chelsea con ellos, con John y otros amigos, ya sea del rugby o simplemente conocidos, y yo generalmente iba con Steve. Y yo todavía pensaba que iba a volver a iniciar algo con Steve. Hasta que pasó lo que pasó y opté por borrar a Steve de la lista de posibles parejas, por todas las buenas razones que puse en algún post de hace meses. Fantástico, me liberé de ese fantasma y quedé listo para iniciar la búsqueda por otro lado, en una ciudad que está llena de hombres gay solteros.
El problema es que la lista de posibles parejas comenzaba y terminaba con Steve. Cada vez que alguien se candidatea para la lista, no alcanza a llegar a anotarse cuando ya lo he borrado.
Las razones no son para nada claras. Hay varias.
Tengo el síndrome del gay que siempre ve el pasto más verde al otro lado de la cerca. Es decir, cada vez que me estoy acercando a ir en exclusiva con alguien, veo que ha otro más interesante a la vuelta de la esqina, y además está disponible o al menos con ganas. Hasta ahí llega la cosa, tengo que darle una oportunidad al siguiente, o bien, no me la quiero perder… Ya dije que había que tener estómago.
Ahí está Andrew, el decorador, al que le hubiera querido meter un poco de testosterona, a pesar de ser un estupendo tipo, simpático y abstemio. Trabaja duro y le va bien. Educado, un caballero, y se viste como príncipe, algo podría aprender yo de él. Pero lo dejé en el camino sin explicaciones para poder seguir jugando en toda la cancha.
O Ben, el estudiante de medicina, que lo consideré muy chico y pensé que se acercaba a mi más por instinto de supervivencia de niño abandonado que por real interés en mi persona. Cosa que puede estar muy equivocada, pero me hizo enfriar la relación como mecanismo de protección. O Eddy, el guapísimo muchacho italiano de Queens, ese que viene en auto a Manhattan para salir conmigo. Que estaba bien cuando lo llamaba de vez en cuando para salir a comer y después enroscarnos en mi cama. Pero que un día empezó a llamarme él, con intenciones románticas, con ganas de más, e inmediatamente me saltaron a relucir toda una lista de defectos que no veía cuando sólo retrataba de una conversación liviana y un polvo. Seguro que en el medio de la pasión alguna estupidez le dije que lo hizo pensar que una relación romántica era el paso siguiente. Y ahora lo encuentro demasiado blando, muy poco decidido, incapaz de independizarse de sus padres o de abandonar un trabajo que no le gusta. Además le falta tono muscular, cosa que tampoco me molestaba cuando se trataba de un polvo. Y hasta le encuentro llorona la voz.
O Andy, el suizo que cuando lo conocí a través de Manhunt llegó a mi casa y lo tuve media hora en veremos, porque no me podía decidir si valía la pena o no darme una revolcada con un tipo que se veía ¡como de mi edad!. Si, asi de viejo. Hasta que me agarró cariñosamente por detrás y tocándolo descubrí un cuerpo increíble para su edad, fibroso, duro y encima bronceado y peludito. Después de una sesión record para mi, volvimos a vernos un par de veces y hasta lo invité a comer “la próxima vez que yo estuviera en New York con una noche libre”. Repentinamente todas las noches libres he estado muy cansado para salir, y por una u otra razón no lo he llamado para cumplir con la oferta que hice. Es que hay tantos otros más jóvenes y más guapos. Como el europeo del gimnasio, aunque no logré cruzar palabra con él.
Y asi sucesivamente, la lista es larga.
No me faltan líos sexuales, siempre hay con quién, y me da la impresión que el que se la pasa sin sexo es porque no quiere o porque no hace el esfuerzo básico. Porque todos tienen la misma necesidad y de alguna manera las cosas encuentran su equilibrio. Pero sí me falta ese socio, amigo, amante, cariñoso, incondicional, sólido donde uno llega a puerto después de las travesías y tempestades. El que le permite a uno tener debilidades y bajar la guardia sin miedo. El que te llena los espacios de la vida que hoy tengo que salir a llenar siendo más sociable de lo que quisiera ser, para evitar la soledad. Mi hijo menor, sin saber lo que tengo en mente, pero sintiendo la necesidad que tengo, quiere que me compre un perro. No deja de tener razón, ahora que miro lo que busco en una pareja, y le sacamos lo de amante, un perro cumple con todas las demás características, y todo lo que pide a cambio es que le retribuyan en algo el cariño, unos pellets de comida de perro y que lo saquen a cagar a la calle. Infinitamente menos complicados que un novio.
Yo viajo mucho, y ni los perros ni los novios se saben cuidar cuando uno los deja solos por mucho tiempo o muy seguido. Los perros se mueren de la pena, sufren amargamente la soledad, y además dejan literalmente la cagada en la casa. Y los novios tampoco aguantan la soledad, pero en vez de sufrirla estoicamente como el perro, se convierten en amantes de alguien más. Es decir, dejan la cagada también, aunque no tan literalmente como el perro.
Esto es una triste realidad, que me ha tocado experimentarla en carne propia, habiendo sido, con o sin conocimiento, el patas negras en muchas ocasiones. Cuantas veces me ha pasado que he enganchado con algún tipo guapo, encantador, que las tiene todas para querer seguir viéndolo, y cuando se lo sugiero la respuesta es que ya tienen novio, que sólo buscaban un poco de variedad. No estoy listo para sacrificar mi exigencia de una relación monógama a cambio de simplemente tener compañía. De nuevo la alternativa del perro se ve mejor. El problema del perro es que no puede sobrevivir a los reiterados abandonos a los que yo lo sometería, y la única solución que le veo a eso es tener un humano además de mi viviendo en mi departamento. Un roommate, lo que podría ser complicado. Casi tan complicado como tener un novio.
Por otra parte Steve sigue tan amigo como siempre, cada vez que viene a New York se queda conmigo. Ahora además el agente que lo representa (ha tomado en serio su carrera de actor) está en New York, por lo que está pensando venirse a vivir acá. A New York, digo, no a mi departamento. Pero de repente le propongo que se venga a vivir conmigo por un tiempo, mientras busca otro lugar, y si funciona, que se quede conmigo. Y tendría con quién salir a desayunar de vez en cuando, o con quién comentar las noticias. A estas alturas ya no me molestaría traer a alguien a mi departamento mientras Steve esté durmiendo en la pieza contigua, como creo que tampoco me importaría si el hace lo mismo. Sería una buena convivencia.
¿Será eso lo mejor? Creo que sería la solución, porque Steve me podría cuidar el perro.
 
Comments:
Hay que tener estómago para ser tan sincero, porque lo que tú reconoces no es más ni menos que una dinámica en la cual caemos varios, aunque no nos guste enfrentarlo.
Y si Steve aceptara ir a vivir contigo bajo las condiciones que planteas, en realidad ya no necesitarías al perro, porque lo tendrías a él para llenar esa parte de compañerismo y afecto que todos necesitamos, y al resto de los personajes de turno para disfrutar en lo sexual.
Pero eso suena mucho al sueño el pibe.

Abrazo!
 
Jajajajjaja, no se porqué pero este post me ha hecho gracia. A la pareja no se les escoge, es decir, uno no puede hacer una lista con posibles candidatos para ser tu pareja, eso surge solo con el trato, es decir, no puedes poner en el punto de mira a una persona e intentar que sea tu pareja, no se, me parece demasiado forzado. Una pareja no se forma de la noche a la mañana, antes se han tenido que conocer, ver ambos que esa relacion de amistad es buena y que haya ese "chispazo" que te diga que quieres estar más con el, es decir: admiración. Pero esa admiración debe ser mutua, es solo así como se forma una parjea. A mi me hace gracia amigos mios (que en verdad somos jovenes para pensar en relaciones serias) que un día piden salir a un chico al que acaban de conocer en la discoteca y al día siguiente ya están presentandolo en familia agarraditos de la mano... Señores, sed serios, daros tiempos para conoceros y luego ya se verá...

Pd: Me gusta tu blog, se pueden leer experiencias interesantes y sobre todo se ve que reflexionas y sacas conclusiones acerca de todo lo que te acontece. Sigue así.

Un saludo!
 
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