Historias de un Huracan sin rumbo
Friday, May 09, 2008
  Sugar daddies and big brothers
Eran las 10:30 de la mañana del domingo cundo sonó mi teléfono cellular. Le tengo puesta la campanilla de teléfono antiguo, esa que suena “¡Riiiing, riiiing, riiiing!”, porque es la que mejor oigo en todos los lugares. Es un poco molesto que a uno lo despierten con ese ruido, pero sí es bien efectivo. Tomé el aparato y ví que era Gerry el que me llamaba, y me acordé que iba a venir a desayunar conmigo, ya que la noche anterior habíamos cancelado salir a comer porque yo me sentía demasiado resfriado.
Contesté con voz de sueño y me dijo que ya no iba a trabajar hoy como me había dicho, y que tenía el día disponible, pero que recién esperaba llegar a mediodía porque había salido hasta tarde la noche anterior. Me venía bien un rato más para dormir, porque me había desvelado durante la noche y a las cuatro de la mañana me encontraba viendo una película de HBO-on-demand.
Un cuarto para las doce sonó el timbre cuando estaba completamente desnudo y a punto de ntrar a la ducha calculando estar vestido a las doce cuando llegara Gerry. Pero llegó antes, así que le abrí la puerta del edificio desde el intercomunicador y dejé la puerta del departamento abierta para que entrara. Apenas entró le grité que estaba en la ducha y que salía en un minuto.
Salí de la ducha y me puse los jeans que tenía en el baño, y cuando entré a mi dormitorio me encontré a Gerry de espaldas en la cama, totalmente vestido, con jeans y una de esas poleras de rugby de manga larga. Tenía cara de recién duchado y se veía guapísimo.
“Tengo ganas de dormir siesta, ¿estás con mucha hambre?. Podemos ir a comer en un rato.”
“No, creo que aguanto sin desmayarme, además también tengo un poco de flojera”
Me dejé caer sobre la cama y puse mi brazo sobre su torso.
“Me vas a encontrar olor a alcohol, anoche tomé mucho. Espero que no te moleste”
Me acerqué y me besó en la boca y sentí el olor a borracho. Ese que les queda a lagunos cuando toman demasiado.
“Estoy con un ‘hangover’ tremendo”
“No importa”
Nos quedamos una hora y media en la cama, regaloneando, conversando, haciéndonos cariño. Nada ‘hard core’, mucha ternura. Le conté todo lo que no sabía de mí. Mi situación familiar, mi edad (él creía que tenía menos), lo que Steve había dicho de él, le dije también que me gustaría mucho verlo mas seguido. Puso cara de preocupación, y me empezó a decir que no estaba preparado para ser mi boyfriend, que él era muy independiente. Le dije que yo tampoco. Que también soymuy independiente, y que tenemos una enorme diferencia de edad por lo que lo más probable es que no funcione una cosa así. Que yo tengo muchas otras cosas que resolver antes de tener un novio más cerca de la edad de mis hijos que de la mía. Pero que me sentía muy bien con él ahí. Me respondió que el también. Que se sentía fantástico conmigo. Me preguntó si yo sólo salía con jóvenes de su edad, lo que e dio risa. Le dije que no, que era la excepción, que la mayoría de la gente con la que he salido últimamente es de 40 para arriba. Y que muchas veces no me siento cómodo conversando con gente de su edad, excepto que con él me resulta muy fácil. Y es verdad, su sonrisa me mata, y me siento bien hablado de cualquier cosa con él.
Nos vestimos y salimos a almorzar. Caminamos para el lado que él sugirió, y terminamos entrando a un restaurante italiano bastante caro. Le dije que invitaba yo, cosa que no le gustó.
“¿Por qué me haces esto? Si lo podemos pagar a medias.”
“Si, ya sé, ero lo quiero hacer, además ya estabas diciendo que no querías entrada y estás muerto de hambre. Te toca a ti pagar el postre, vamos a comer helado después”
No estaba muy convencido, pero logré meterlo en la conversación para que se olvidara del tema. Hablamos de todo, de nuevo. Hasta tocamos el tema de los jóvenes de su edad que se buscan un “sugar daddy” para vivir en un mejor departamento y con acceso a buenas vacaciones, y todo lo que el dinero puede comprar en una ciudad como Nueva York. Le conté el caso del joven chef que conocí, que no tenía permiso de su pareja para trabajar y desarrollar su carrera porque necesitaba tenerlo en la cama todas las noches y no metido en la cocina de un restaurante. Y que por el ocio en que se encontraba terminaba siéndole infiel a escondidas. Hablamos de lo destructivo que era una cosa así y me dijo que nunca lo haría. Le dije que yo tampoco, que ya me lo habían ofrecido más de una vez y había dado un no rotundo.
Creo que eso aclaró el ambiente porque en el fondo él estaba preocupado que lo viera como alguien que busca seguridad económica. Me dijo que no la necesitaba, que su trabajo le permite vivir bien y ser independiente. Pero con una enorme sonrisa en la cara me dijo que a propósito del cocinero, tener un chef de ‘room-mate’ no le parecía mala idea, para que alguien cocine decentemente en su casa, porque él nunca había cocinado un plato de comida. Se nota que su mamá irlandesa lo mimó.
Salimos apurados porque me tenía que ir de viaje y pronto llegaría el auto que me iba a llevar al aeropuerto. No alcanzábamos a ir a comer helado juntos. Le dije que fuera a comprarlos a la heladería mientras yo empacaba, té verde y frambuesas para mí.
Estaba empacando cuando sonó el timbre del departamento.
“Soy yo, Gerry. Pero…”
“Sube, rápido”, lo interrumpí.
“OK, bueno, subo”
Le dejé la puerta abierta nuevamente mientras terminaba de empacar, y entró con cara compungida, ya no tan sonriente.
“Había una cola enorme para comprar helado, pensé que no iba a alcanzar a traértelo”
“No importa, me lo quedas debiendo y te lo voy a cobrar el viernes cuando salgamos de nuevo, ¿OK?”
“Si, el viernes puedo, o el sábado”
“¿Viernes y sábado, entonces?” Lo ví titubear y sentí que lo estaba presionando. “Yo también puedo viernes y sábado. ¿Cuál prefieres?”
“Viernes”
Bajamos juntos a buscar el auto y nos despedimos en la calle.
Una tarde dulce, por describirla de alguna manera. Me dejó el ánimo por las nubes. Se me hizo facilísimo pensar en una relación exclusiva con Gerry. Algo sencillo, descomplicado y abierto como habían sido esas horas juntos. Sin presión, excepto la de tratar de complacer el uno al otro en la medida de lo posible. Y hablando de las cosas que funcionan y de las que no.
Who am I kidding? Somos de distintas generaciones, la diferencia de edad es abismal. ¡Casi lo doblo en edad!
Pero hoy ya es viernes.
 
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