Una presidenta
¿Yo comentar las elecciones de Chile? ¡¿A quién se le ocurre pedirme eso?! Seguro que digo estupideces, y después me voy a meter a hablar de cosas que poco se y que después van a andarme penando. Pero no me aguanto la tentación y aquí va.
Primero tengo que decir que soy un animal total mente contradictorio, porque a pesar de que en lo personal me conviene que haya salido la Bachelet, estoy convencido que lo que le conviene a Chile es que haya alternancia entre las coaliciones, y que a pesar de tener preocupaciones acerca del rol de Piñera como presidente, igual lo apoyé. Y a mi pesar, lo apoyé como el mal menor porque he visto lo que ha pasado en otros países latinoamericanos donde una coalición o un partido se eterniza en el poder. La alternancia es importante para que funcione la democracia representativa, para que las dos coaliciones tengan capacidad de probarse en la cancha, y para que el aura que otorga el haber sido parte de la administración pública de alto nivel, léase cargos políticos, se reparta entre los dos lados más o menos equitativamente. Los cargos públicos se reparten, y se reparten en un proceso que a alguno de los beneficiados le he oído describir como “despostar el animal”. Otros lo llamarían repartirse el botín, pero eso suena más a empresario capitalista de derecha.
A pesar de que esa es mi visión, me atrevo a decirle a quién me pregunte, especialmente a los extranjeros, que elegimos a Michelle Bachelet como presidenta de Chile. Si, sorpréndase, digo “elegimos”, no digo “salió elegida” o “eligieron”. Lo digo porque los chilenos la elegimos de acuerdo con un proceso democrático para escoger nuestros representantes, proceso al que adhiero y cuyos resultados respeto y, aún más, estoy dispuesto a defenderlos aunque no sean mi preferencia. Es el mismo sistema que la obliga a ella a ser presidenta mía, y a representarme y contribuir al bien común que me es común a mi también. Independiente de por quién haya votado yo, ella asume un compromiso conmigo también. Por eso digo “elegimos la primera mujer presidente de Chile”.
Ahora si me preguntan por qué la elegimos, aquí es dónde seguro meto la pata. A primera vista, la elección que iba a ser muy peleada, no lo fue tanto, porque por lo que hemos ido aprendiendo en Chile, elección peleada es una que se gana por unas decenas de miles de votos, no por centenas de miles, o por casi medio millón de votos como fue este caso. Mirando las frías estadísticas, uno debería decir que Bachelet ganó porque en la segunda vuelta de votaciones, los votantes de Hirsch de la primera vuelta se pasaron a Bachelet, y hubo algunos de los votantes de Lavín en la primera vuelta no se pasaron a Piñera. Mujeres en particular. Simple, ¿no?
Pero la pregunta de fondo es por que sacó tantos votos en la primera vuelta, tanto así que esta señora tiene mas apoyo que el que tuvo Lagos cuando lo elegimos. Es una coalición que está un poco gastada, que a pesar del crecimiento que le ha dado el modelo de economía de mercado, no ha sabido resolver los problemas de desigualdades, y a pesar de la modernidad que le ha logrado dar a la infraestructura del país, ha logrado poco en términos de crear una sociedad más integrada. La corrupción ha asomado su asquerosa cabeza en algunos lugares, y asusta a muchos que nos vayamos a convertir en otro país bananero. Los cargos públicos de nominación política son vistos por algunos como el botín a repartir, y a partir de los cuales se perpetuarán en el poder, repartiendo favores e interviniendo en las elecciones para torcer los resultados y seguir rotandose en distintas partes de la administración pública. De eso se trata esto de que hay “nerviosismo en los partidos por silencio de Bachelet ante la conformación de gabinete”. No saben si les van a respetar los “derechos” de cada partido a ciertos puestos y cuotas de poder en el gobierno. Suponen que si pero la presidenta no habla mucho sobre el tema y da la impresión de que va a tomar una decisión independiente. O al menos eso es lo que nos quieren hacer creer a los que vemos estas cosas desde la galería.
Mi tesis es que la señora Bachelet sacó votos porque representa un cambio cultural que a muchos chilenos les gustaría tener. Ya que no nos pudieron ofrecer en cambio de calidad de gobierno que, en un período de bonanza económica extraordinaria, sea capaz de resolver las aspiraciones inmediatas de los chilenos de más trabajo, menos delincuencia, mas educación y más salud, nos ofrecen un cambio también muy necesario. El avanzar en reducir las discriminaciones, el levantar el talento de un grupo humano históricamente subyugado al genero masculino (no podemos decir “minoría”, porque técnicamente las mujeres son mayoría en Chile), y ponerlo a la par del talento masculino. Ese sólo hecho es un generador de autoestima enorme entre las mujeres, y nos abre posibilidades de generar un ambiente en que las mujeres talentosas no desperdicien su talento. Y eso debería comenzar a generar un proceso de ilustración que nos lleve a discriminar menos a otras minorías, como los indígenas, los gays, las clases bajas. Porque ese monstruo asqueroso de mil cabezas que es la discriminación y el prejuicio todavía esta muy vivo en Chile, donde los comentarios ofensivos acerca de una minoría son pan de cada día, celebrados entusiastamente. Indio, maricón, flaite… Chistes despectivos sobre ellos. Discriminación al dar trabajo, al definir acceso a la educación. ¡Que desperdicio de talento! Ver que ciertos grupos humanos que forman la gran masa de l país siendo discriminados, y en ese proceso reduciendo su capacidad para hacer un aporte creativo a la sociedad, ayuda a entender por qué seguimos siendo un país subdesarrollado. Si, porque lo somos, y con todo. No basta tener lindas autopistas, espectacular metro, lindos edificios modernos y un Starbucks en cada esquina. También tenemos que igualar las oportunidades para que todos partan de una posición relativamente parecida y tengan posibildades de llegar a metas parecidas si tienen similar talento y las ganas. Estamos muy lejos de eso, pero una menor discriminación sistemática es un paso en ese sentido. Y uno importante.
El otro paso que hay que dar para igualar oportunidades esta en la educación. El acceso a educación de buena calidad para todos es fundamental para llegar a ser un país desarrollado y para que todos partan de posiciones parecidas. Pero en eso creo menos en las capacidades de la señora Bachelet. Porque es un tema que requiere mucha creatividad y salirse de las formas tradicionales de pensar las cosas. Chile necesita desesperadamente invertir en su capital humano, y a pesar de que en estos tiempos los altos precios de los commodities nos están subiendo el ingreso, no alcanza la plata. Se ha aumentado el gasto en educación, pero la educación pública chilena gasta una fracción bastante menor que el gasto por alumno en los colegios privados que acaparan los mejores puntajes en la PSU. Claro, no basta con el gasto, hay que gastar bien, y con el gremio de profesores que tenemos, lograr hacer cambios que hagan más eficiente el sistema parece casi imposible.
¿Por qué no tomar el capital físico, que tiene el Estado de Chile, hacerlo líquido y reinvertirlo en capital humano? Cuando hablo de capital físico me refiero a la minería del cobre, y a las empresas en las que sigue metido el Estado de Chile, sin que sea en un rol subsidiario. Para mi eso resulta evidente, ya que los países donde las cosas andan bien son los que tienen gente educada, no los países donde el gobierno tiene grandes empresas.
Que lindo sería ver que el valor que anunció el Presidente Lagos que tendría Codelco, de 24 mil a 27 mil millones de dólares, aplicado íntegramente a aumentar el capital humano de Chile por la via de la educación. Y hacerlo ahora que el cobre está por las nubes. Vender la empresa de una vez en una gigantesca colocación accionaria, y meter la plata en un fondo que sólo se gaste en educación. Hacer lo mismo con Enap. Y dar un salto en desarrollo de verdad. No creo que la señora Bachelet vaya a hacer algo así.
No se si debiera referirme a la Presidenta Electa como “Señora Bachelet”, o adoptar uno de los tantos sobrenombres que ya le han dado. Curioso que a ella le llueven los sobrenombres paternalistas y machistas, como “Gordi” , “La Gordita”, “La Bache”, no recuerdo sobrenombres a Lagos, a Frei o a Aylwin, a quién a lo más le decían “Don Patricio”. Bueno, señora, le toca bancarse esa porquería, usted va a contribuir a cambiar esas cosas.
No, no creo que sucedan cosas que nos den un gran salto que necesitamos para pasar a ser un país desarrollado y con iguales oportunidades para todos. Pero si vamos a avanzar en modernizar las mentes, reducir la discriminación. Y probablemente terminemos el cuadrienio con unión civil para parejas del mismo sexo en Chile, hasta posiblemente en condiciones de levantarle algo del flujo de turismo gay a nuestros vecinos Argentinos. Un destino para los gays aficionados al outdoors, mientras Buenos Aires avanza en convertirse en la meca del turista gay urbano.