Política, educación, micros y gays.
Todavía estoy golpeado por los palos que me dieron por criticar el Transantiago. No sé que fue lo terrible de mi comentario, tal vez que me atreví a decir lo que veo sin ponerme a disfrazarlo para ser políticamente correcto. Por que a lo triste le digo triste, porque a lo oscuro lo llamo oscuro, porque a lo pobre le digo pobre y a los pobladores marginales los llamo pobladores marginales. Y porque hago una observación acerca de que algo ha cambiado.
¿O tal vez sería porque critiqué al sacrosanto gobierno? Lo que inmediatamente me califica como derechista, asociado a lo peor de los ochenta y quién sabe a que otra barbaridad en la mente binaria de algunos. Esas mentes que saben de blanco y negro y que no logran entender por qué la concertación tenía el arco iris como símbolo, aunque ya no se vea mucho (¿será que no lo quieren asociar con el arco iris gay?).
Bueno, me alegró leer, con algún retardo de mi parte, el discurso de la Presidenta Bachelet en el Congreso Nacional para el 21 de mayo, en el cual rinde cuentas al país. Por dos cosas, primero porque en lo del Transantiago me da la razón, y segundo, porque hizo anuncios queme parecieron sensatos, y en ese sentido avanzó años luz respecto del pobre discurso del año pasado en esta misma fecha, cuando apenas se refirió a la educación y después los estudiantes secundarios le pasaron la cuenta con la revolución de los “pingüinos”.
Cito lo que dijo sobre el Transantiago, no todo, solo el diagnóstico (también se explayó en prometer que lo iba a arreglar, lo que no pongo en duda aunque sospecho que va a salir caro).
“La capital de Chile tenía un sistema de transporte público peligroso y contaminante. Necesitaba cambios de fondo y la decisión fue enfrentar ese desafío. Pero ya lo dije en su momento: las cosas se hicieron mal. Ha sido esta reforma una experiencia mala y frustrante para una enorme mayoría de los santiaguinos y especialmente, para los sectores más pobres. Las personas tienen todo el derecho a estar molestas y angustiadas. Comprendo su indignación y su impotencia. Hubo falencias en el diseño, como también en la implementación. Hubo un masivo incumplimiento de parte de actores que debían garantizar la operación del sistema. No se contó con adecuadas herramientas de supervisión y de fiscalización. No se consideró al inicio un pilar público de apoyo ni la gradualidad que ameritaba un cambio de esta magnitud.Esto dejó en evidencia algo que creo debe llamarnos infinitamente la atención, que el Estado siempre debe cumplir un rol más relevante en el transporte público.Porque a la vez, lo que vimos es que exigido el Estado más allá de las tareas de rutina, mostró sus falencias. Requerida a su vez la empresa privada para hacerse cargo de tareas de envergadura, mostró sus limitaciones. En suma, todos necesitamos urgentemente mejorar y enmendar rumbos. Las grandes tareas no son para dejarlas a medio camino, pero lo que sí, es que hay que enmendar los rumbos, que es necesario cambiar y la salida es hacia adelante. Y lo que importa hoy son las soluciones.”
A pesar de que reconoce que las cosas se hicieron mal, que es la esencia de mi comentario, creo que tanto el Estado como la empresa privada chilena han demostrado en el pasado que son capaces de innovar y estar a la altura para desafíos importantes, como lo hicieron con las concesiones de infraestructura de carreteras, que con los problemas que hayan tenido han resultado el desarrollo de una infraestructura de buena calidad. No ha sido así en el Transantiago ni en Ferrocarriles.
Sobre la educación. Me gustó que le diera importancia al tema, y haber oido que garantizar la calidad de la educación es el compromiso central de su gobierno me parece lo mejor que he oido decir a un político en mucho tiempo. Espero que tenga mucho éxito en eso, que como siempre he dicho, es la mejor forma de reducir la pobreza igualando oportunidades. Ahora hay la plata, hay las ganas, sólo falta la ejecución. Hay gente buena en educación en Chile, espero que ponga un buen equipo a manejar eso, porque al final de eso va a depender el resultado.
Bueno, reitero que a pesar de las opiniones de algunos que me dicen que no escriba de política porque no le gustan mis opiniones, lo voy a seguir haciendo cuando me de la gana. De hecho cuando escribo de temas que nos afectan a los gays muchas veces estoy hablando de política también. Después de todo, es mi blog.